viernes, 14 de marzo de 2014

Enfermedad inflamatoria intestinal (I): clasificación, etiología y clínica.

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La enfermedad inflamatoria intestinal (EII) incluye la colitis ulcerosa (CU) y la enfermedad de Crohn (EC), enfermedades sin curación definitiva pero en las que se han conseguido importantes avances en los últimos años. Ambas siguen un curso crónico variable y heterogéneo, con periodos de actividad y remisión.
Cuando no se logra etiquetar fenotípicamente entre EC y CU se habla de enfermedad inflamatoria no clasificada. Al comienzo, presenta diferencias con la del adulto porque tiene mayor extensión y severidad de las lesiones.
La EC suele tener un fenotipo inflamatorio al inicio de predominio ileocecal, con mayor afectación gastrointestinal. La forma de la CU más frecuente es la pancolitis. La clasificación de Montreal de la EII de 2005 incluye criterios de edad pediátrica en un solo grupo por debajo de los 17 años, también tipo y extensión de la afectación.
En la nueva clasificación de París de la EII se han recogido aspectos peculiares de la EII pediátrica (EII-P), como la subdivisión de la edad pediátrica, ya que los menores de 10 años presentan características fenotípicas y pronósticas diferentes, la inclusión del retraso del crecimiento como un aspecto singular o la afectación diferenciada del intestino delgado según el tramo afectado.
La EII-P ha aumentado en frecuencia en las últimas décadas. Hasta un 20% de todos casos de EII se presentan en la edad pediátrica, sobre todo alrededor de la pubertad. La etiopatogenia es compleja y no bien conocida, relacionándose con una respuesta inflamatoria anómala a la microbiota, en la que participan factores genéticos y ambientales múltiples.
El espectro de la EII-P va desde formas monogénicas precoces infrecuentes hasta formas poligénicas similares a las del adulto, aunque se han identificado algunos genes implicados en el debut precoz que se relacionan con la inmunidad innata o adquirida. La clínica de la EII-P incluye síntomas y signos digestivos, como diarrea, dolor abdominal o sangrado rectal, o manifestaciones inespecíficas o extraintestinales que dificultan y retrasan el diagnóstico, condicionando en ocasiones una mayor extensión de la enfermedad o la presencia de complicaciones.
El retraso de crecimiento y la enfermedad mineral ósea son consecuencia de la inflamación intestinal y junto a la valoración nutricional forman una parte especial de la evaluación de la EII-P. El retraso de crecimiento puede ser el único síntoma y condicionar una talla adulta inferior al potencial genético en situaciones de mal control de la enfermedad. Es más frecuente en varones. Junto a la enfermedad ósea, puede presentarse o a lo largo de la evolución, favorecido por los corticoides.
Ver mas:http://www.elsevier.pt/es/revistas/anales-pediatria-continuada-51/artigo/enfermedad-inflamatoria-intestinal-i-clasificacion-etiologia-clinica-90196004

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