viernes, 31 de julio de 2015

¡Nuevo número de Gastro News!

CONTACTO:Francisco Silvela, 69. 2º C - 28028 Madrid (Sede de la SEPD y de la FEAD) Correo electrónico: sepd@sepd.esTel.: 91 402 13 53

Más investigación necesaria para tratar eficazmente a los niños con EII Usando biosimilares.

Los niños que sufren de  la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) que están reaccionando positivamente a los medicamentos biológicos prescritos no deben  cambiar a productos "biosimilares" recientemente aprobadas, de acuerdo con los resultados de una declaración de consenso de expertos emitido por la Sociedad Europea de Gastroenterología Pediátrica, Hepatología y Nutrición (ESPGHAN). Estas conclusiones fueron publicadas por Wolters Kluwer en el Diario de Gastroenterología Pediátrica y Nutrición , que es la revista oficial de la Sociedad Europea de Pediatría Gatroenterology, Hepatología y Nutrición y la Asociación Norteamericana de Gastroenterología Pediátrica, Hepatología y Nutrición.
Biosimilares, que son las terapias que se desarrollan para funcionar de manera similar a la de los medicamentos biológicos, podrían disminuir los costos médicos y aumentar el acceso a los medicamentos biológicos eficaces al mismo tiempo, sin embargo, se necesitan más estudios para confirmar su eficacia y seguridad en niños con EII, según la ESPGHAN Pediatric IBD Porto Grupo.
Para hacer frente a la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, terapias anti-TNF se prescriben a menudo a los pacientes con inicio en la infancia EII debido a su capacidad para sanar rápidamente su intestino.
Los medicamentos anti-TNF son fármacos basados ​​en proteínas biológicas que son bastante complejos y sus formulaciones se mantienen en secreto por las empresas farmacéuticas que las producen. Debido a esto, los biosimilares no son exactamente iguales a sus homólogos biológicos, a pesar de ser similares a los productos originales en su mecanismo de acción.
Cuando patentes los medicamentos anti-TNF 'expiran, los productos biosimilares se mantendrán a disposición de los pacientes, la disminución de los costos de los tratamientos en el mercado de la salud. Hasta la fecha, algunos biosimilares ya han sido aprobados, mientras que otros se les negó su aprobación.
Los expertos Porto Grupo advierten que con los biosimilares, incluso pequeñas alteraciones en el proceso de producción pueden llevar a cambios en el comportamiento celular, lo que podría dar lugar a diferencias en el tratamiento de la seguridad, eficacia e inmunogenicidad [causando una reacción alérgica a la droga]. La inmunogenicidad en niños es más grave y peligroso que en los adultos, por lo que la ESPGHAN Pediatric IBD Porto Grupo está levantando estas preocupaciones.
Hasta más resultados están disponibles, se recomienda que los niños que han respondido bien a un agente biológico específico no deben ser cambiados a los biosimilares. Los programas de vigilancia y las evaluaciones posteriores a la comercialización son cruciales, según los investigadores, con el fin de supervisar las cuestiones de eficacia y de seguridad con los biosimilares que pudieran ocurrir.
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En un estudio reciente publicado en los Anales de Medicina Interna , un equipo de investigadores de la Universidad de Pennsylvania fue capaz de determinar que la colectomía electiva se asocia con una mejor supervivencia en comparación con el tratamiento médico de los pacientes mayores de 50 años o más con la avanzada Colitis Ulcerosa (UC) . "La colitis ulcerosa es una enfermedad crónica que la mayoría de los médicos optan por el tratamiento con medicamentos, en comparación con la cirugía", Meenakshi Bewtra, MD, PhD, MPH, profesora asistente de medicina y epidemiología de la Universidad de Pennsylvania Escuela de Medicina, dijo en un comunicado de prensa . "Este nuevo hallazgo pone de manifiesto una ventaja potencial no reconocido de un abordaje quirúrgico de la enfermedad.

¿Cuáles son los síntomas no digestivos de la enfermedad de Crohn ?

Estamos hablando de los problemas en los sistemas de órganos fuera del tracto intestinal. Y cuando empezamos a evaluar a los pacientes que tienen estas enfermedades intestinales, nos damos cuenta que muchos de ellos tienen síntomas que involucran las articulaciones o la piel u otras partes de su cuerpo. Es muy importante evaluar los porque a veces lo que realmente nos dan pistas sobre la causa subyacente o la actividad de sus enfermedades intestinales.
Cuando vemos a alguien que tiene, por ejemplo, el síntoma extraintestinal más frecuente, dolor en las articulaciones, lo que queremos saber es número uno, es este dolor en las articulaciones que está relacionado con la inflamación intestinal y el resultado de la misma? No siempre entendemos por qué esto puede ocurrir, pero queremos distinguir si se trata, de hecho, el dolor articular que es un proceso paralelo, es decir, otra enfermedad que pasa a ser también sucediendo en este paciente en particular. La distinción entre los dos es importante porque las estrategias de tratamiento para estos pueden ser muy diferentes.
De hecho, no sólo puede algunos de los problemas que encontramos extraintestinales estar relacionados con la medicación, hay una teoría que a veces los medicamentos utilizados para tratar la enfermedad inflamatoria intestinal puede encender o activar algunos de los otros problemas, así que tenemos que ser más cuidadosos acerca de esto y entendemos lo que estamos haciendo. 

miércoles, 29 de julio de 2015

La microbiota intestinal puede influir en el estrés y la depresión.

Un estudio realizado en ratones demuestra que las bacterias del aparato digestivo afectan 


al comportamiento


Cuerpo humano | 29/07/2015 - 10:03h | Última actualización: 29/07/2015 - 11:26h
La microbiota intestinal puede influir en el estrés y la depresión
Bacteria del género de los lactobacilos, que abundan en el aparato digestivo humano Gregor D / Getty
Cristina Sáez
Cristina Sáez | Sigue a este autor en Twitter


La microbiota intestinal podría desempeñar un papel clave en el desarrollo de trastornos 

psicológicos como la depresión o la ansiedad. Así lo demuestra un nuevo estudio

 realizado por investigadores de la Universidad McMaster, en Canadá, y publicado en la 

revista Nature Communications. Este trabajo, realizado en ratones,  supone un avance para

 comprender cómo estos microorganismos pueden llegar a modelar el comportamiento y 

estar implicados en patologías como algunos tipos de autismo. Próximos estudios deberán

 analizar hasta qué punto los resultados observados en ratones son extrapolables a la especie humana.

Los investigadores pretendían explorar qué función tienen las más de 100 billones de 

bacterias que pueblan nuestro tubo digestivo en el desarrollo de problemas psicológicos 

derivados del estrés en los primeros años de vida.

“Ya se había demostrado que el estrés temprano en personas, ya sea porque el individuo

 sufre abandono o malos tratos, lleva a sufrir trastornos psiquiátricos más adelante. Y eso

 seguramente sea debido al impacto en el sistema neuronal, que es muy plástico durante la

 primera etapa de vida”, explica Premysl Bercik, coautor del estudio.

En un experimento realizado con ratones, separaron a las crías recién nacidas de sus

 madres durante tres horas diarias a lo largo de dos semanas y media, una práctica que 

suele emplearse para estudiar los efectos del estrés temprano más adelante en la vida. De 

hecho, trabajos anteriores ya habían demostrado que los animales que eran sometidos a 

separación maternal, de adultos desarrollaban respuestas de estrés, ansiedad, depresión e

 incluso problemas intestinales. Y eso fue justamente lo que vieron Bercik y su equipo.

Entonces repitieron el mismo experimento pero esta vez con ratones sin microbiota. Y en

 este caso hallaron que los animales también tenían niveles elevados de corticosterona, 

una hormona del estrés y disfunción del intestino, como en el primer experimento. Pero de

 adultos, ni señal de ansiedad ni depresión. 

Sin embargo, cuando transfirieron bacterias intestinales de los ratones del grupo de control

 a los animales que estaban estresados y sin microbiota, en pocas semanas los científicos 

veían cómo comenzaban a mostrar ansiedad y conductas depresivas, lo que señalaba la 

microbiota como posible detonante de esos trastornos.

“Hemos demostrado por primera vez que las bacterias desempeñan un papel crucial para 

producir ansiedad y depresión -asegura Bercik a Big Vang-. “El estrés neonatal conduce a

 una sensibilidad incrementada para el estrés y la disfunción intestinal que cambia la 

microbiota, que a su vez altera la función cerebral”
.
Por el momento, este estudio se ha realizado con animales y se necesitan más 

investigaciones para ver si sus resultados son trasladables a adultos. “Aunque es probable

 que al menos en un grupo de pacientes con trastornos psiquiátricos las bacterias tengan

 un papel clave. De confirmarse, entonces en un futuro se podrían usar probióticos o dietas

 específicas para prevenir o mejorar las consecuencias del estrés en los primeros años de 

vida”, considera Bercik.

Dos kilos de bacterias

Nuestro tubo digestivo y el del resto de animales vertebrados contiene unos 100 billones de

 microbios, que pueden llegar a pesar hasta 2 kilogramos y que actúan como un solo 

órgano. Además de encargarse de funciones esenciales como entrenar al sistema 

inmunitario, producir vitaminas y descomponer nutrientes de la comida que no podemos

 digerir, investigaciones recientes también han descubierto que secretan sustancias 

químicas, algunas de las cuales son las mismas que usan las neuronas para comunicarse y

 regular nuestro estado de ánimo, como la dopamina o la serotonina. Y ambos órganos se

 intercambian mensajes y se influyen mutuamente.

El primer estudio que demostró esa comunicación entre cerebro y microbiota se publicó en

 la revista PNAS en 2011 y lo llevaron a cabo científicos de la Universidad Karolinska, en 

Suecia. En aquella ocasión, realizaron un experimento con dos grupos de ratones sanos 

pertenecientes a dos especies distintas y hallaron que podían cambiar el comportamiento

 de los animales simplemente modificando su composición bacteriana.

Tras aquel estudio se han sucedido varios que establecen relaciones entre comportamiento

 y microbiota, como el presentado el marzo pasado en la 4ª Cumbre Mundial de Microbiota 

Intestinal para la Salud de Barcelona, en el que la neurocientífica Elaine Hsiao relacionaba 

autismo y  bacterias intestinales.


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humano/20150729/54434657196/microbiota-intestinal-depresion-

ansiedad.html#ixzz3hIQFGV1G 


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"La relación entre cerebro e intestino es fascinante".

Cuando tenía 17 años, un buen día le apareció una pequeña herida en la pierna derecha que no había manera de que se curara. Después de visitar varias veces al médico, de probar pomadas y tratamientos, y de que el cuerpo entero se le llenara de aquellas heridas, topó con un informe sobre un hombre al que le había sucedido algo parecido después de tomar antibióticos. ¡Y ella también los había tomado un par de semana antes de que empezara su calvario! Entonces empezó a investigar porque quería entender qué relación había entre sus problemas de piel, su intestino y los millones de micro ocupas que lo habitan, la microbiota.
Así fue como Giulia Enders decidió estudiar medicina y especializarse en gastroenterología y ahondar más en todo lo que ocurría en su aparato digestivo. Sus compañeros de piso, explica, solían avasallarla a preguntas -¿cómo se hace la caca?- y se encontraba en muchas fiestas hablando sobre las curiosidades del intestino.
Tras presentarse hace tres años a un concurso de ciencia para jóvenes – al estilo de los monólogos científicos que organiza la Fecyt- y ganarlo, su charla se convirtió en un fenómeno viral en YouTube. Y decidió escribir un libro, “La digestión es la cuestión” (Ed. Urano, 2015), sobre el que seguramente es el órgano más infravalorado del cuerpo, el intestino.
El cerebro está de moda, se publican muchos libros de neurociencia. También sobre el corazón. Pero, ¿sobre el intestino?
[Ríe] ¡Para mí es muy sexy, mucho más que el cerebro! Entiendo que ir al lavabo no es lo más fascinante del mundo cuando no se sabe mucho acerca de este increíble órgano. Pero simplemente saber un poquito más sobre él, sobre cómo nos cuida y todo lo que hace por nosotros, nos haría caer a sus pies.
¿Como por ejemplo qué?
¿Sabías que tienes dos esfínteres en el ano, uno exterior y otro interior, que trabajan de manera coordinada? El de dentro se encarga de supervisar el estado del intestino, de ver cuándo hace falta evacuar, ya sea caca o pedos. Entonces avisa al de fuera, que se comunica constantemente con el cerebro y recibe órdenes de él: “Aquí no podemos, es un lavabo público” o “¡No! Que te pueden oír u oler!”. Cuando el cerebro dice no, este esfínter se cierra en banda y no hay nada que hacer. Yo soy muy fan del musculito interior, que sólo se preocupa por mi bienestar. ¡Es una de mis partes del cuerpo preferidas! Ahora cuando él me avisa y me dice ‘Eps, hay que ir al baño’, ¡yo lo apoyo! Y hay más cosas fascinantes sobre el intestino. ¿Sigo?
Adelante…
El cerebro está ahí arriba, aislado, y necesita para funcionar bien información, que le llega de los oídos, de los ojos, de la piel pero también del intestino que sabe qué comemos, cómo nos sentimos. Además el sistema inmune alberga muchas células del sistema inmunitario. Cuando enfermamos, son sentimos emocionalmente chafados. O cuando tenemos mucha hambre, estamos de un humor de perros. Me parece fascinante esa relación entre neuronas e intestino, que es aún más evidente en algunas enfermedades. Por ejemplo, las personas que padecen colon irritable o Crohn o síndrome inflamatorio del intestino tienen un riesgo incrementado de padecer depresión. O el estrés.
Mal moderno.
Cuando hay estrés, el cerebro le manda al intestino un mensaje: ‘Necesito energía extra’, y el intestino, solidario, reduce sus funciones. Hay menos flujo de sangre en el intestino, y también menos mucosa protectora recubriendo sus paredes. Cuando la situación de estrés se mantiene durante mucho tiempo y deja de ser excepcional para convertirse en habitual, esa barrea protectora se hace más finas, y las bacterias se acercan a la pared del intestino y las sustancias químicas que producen inflaman el intestino y también pueden pasar a la sangre. Y como el intestino y el cerebro está conectados, eso puede hacerme sentir aún más estresada.
¿Qué papel ejerce la microbiota?
Está conectada a un sinfín de cosas, como el peso. En estudios con ratones, cuando le damos a los ratones con la dieta unas determinadas bacterias, por ejemplo, que suelen ser frecuentes en los intestinos de la gente obesa y los roedores engordaban. Y cuando les das bacterias de las tripas de gente delgada, adelgazan, aunque coman la misma comida. Estudios recientes sugieren que la microbiota influencia nuestro estado de humor. Piensa que tenemos 23.000 genes humanos y más de dos millones de genes microbianos. Tenemos más ADN de bacteria que humano. La bacterias que tenemos en nuestro organismo nos ayudan a adaptarnos a cambios en el entorno. Llevamos conviviendo con ellas millones de años.
En su libro dice que la bacteria Helicobacter Pylori, que a tantas personas les provoca problemas de estómago, es una de “las mascotas más antiguas que tenemos”.
¡Así es! Y no es tan mala como la pintan. De hecho, ejerce un papel protector contra enfermedades autoinmunes, porque es capaz de enseñar a nuestras defensas a ser algo más tolerantes ante sustancias inocuas, como el polen o el gluten. Pero es cierto que algunos Helicobacter tienen genes distintos y entonces pueden atacarnos. Por eso la OMS dice que hay que erradicarlo sólo si tienes problemas. Si no, mejor conserva a tu mascota.
¿Hay alguna dieta mejor que otra para el aparato digestivo?
No me gusta recomendar dietas, creo que cada uno debe encontrar aquello que le funciona. Porque si sigues consejos de unos y de otros, al final hay tantos y algunos contradictorios, que es para volverse majareta. En mi caso, yo dejé de comer gluten porque tenía un problema en la piel y a mí me fue bien. Pero si alguien no tiene problemas, ¿por qué no comerlo? Cada uno debe experimentar qué le sienta mejor. Eso sí, podemos mimar a nuestras mascotas, las miles de millones de bacterias que viven en el intestino y nos ayudan a digerir los alimentos y también entrenan nuestro sistema inmunitario, con prebióticos: espárragos, alcachofas, plátanos, cebolla, centeno, avena, puerro, trigo integral.. El que más le guste a cada uno.
¿Lo tiene en cuenta cuando cocina?
¡Qué va! Lo que pasa es que hay algunos prebióticos que me chiflan y los pongo en todas partes. A la hora de cocinar y de comer, me dejo llevar por mi apetito. El único momento en que escojo a conciencia y desde el cerebro mi dieta es en épocas de mucho trabajo, o de exámenes, en las que vivo mucho aquí arriba [se señala la cabeza]. La vida se ha vuelto muy estresante; antes la gente se enfrentaba a una tarea estresante pero luego se relajaba. Ahora siempre estamos estresados. Hemos perdido por completo la conexión con nuestro cuerpo, todo el día centrados en la pantalla del ordenador, dejando de lado el resto. No puede ser, hay que reconectarnos, ver cómo nos sentimos en cada momento. Por eso, cuando estoy super estresada decidido parar de manera consciente y cuidar un poco a mis bacterias, que tanto hacen por mí. Y darles prebióticos. Les encanta la fibra. Yo las cuido, ellas me cuidan.
Por cierto, ¿tiene lavabo turco en casa?
¿Me preguntas si hago caca en cuclillas? ¿Es eso? [Ríe a carcajadas] No, no, qué va. Vivo en un apartamento compartido con otros cinco estudiantes en un edificio muy viejo de Fráncfort. Y tenemos un baño tradicional. En el libro recomiendo que aquellas personas que tienen problemas prueben a hacer caca agachados, va muy bien. Si no se puede, pueden probar a ponerse una caja o algo que les levante las piernas cuando están sentados en el retrete; y que echen el cuerpo hacia delante, de manera que quede en la misma postura que si estuvieran en cuclillas. Mano de santo.. Si no tienes problemas, puedes hacer caca como quieras y donde quieras.


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Una prueba de vida para Peterson.

Por Gonzalo Aguirregomezcorta 
ESPNDeportes.com
Getty ImagesPeterson renació en Toronto, tras haber padecido de una colitis ulcerosa que lo mantuvo fuera.
TORONTO – El nadador estadounidense, Chip Peterson, se reencontró consigo mismo en las aguas de Toronto este domingo tras alcanzar la medalla de oro en los 10 kilómetros de aguas abiertas en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015. La carrera tuvo una fuerte carga emocional para este joven de 27 años de edad que sabe lo que es tocar la cima y caer en un chasquido, en una brazada.
“Me siento muy contento. He tenido subidas y bajadas en los últimos 10 años gané campeonatos del mundo hace 10 años y ahora he estado luchando para regresar al nivel al que estaba desde hace mucho tiempo. Estoy cerca de ese punto y estoy muy contento”, afirmó a ESPNDeportes.com al finalizar la carrera.
La última década de Peterson ha sido la más complicada de su vida. Su particular calvario comenzó pocas semanas después de ganar la presea de oro en los Juegos Panamericanos de Río 2007 en los 1,500 metros y la plata en los 10 kilómetros. El emplazamiento era inmejorable en las icónicas aguas de Copacabana, sin embargo, pocas semanas después de la carrera, Peterson fue diagnosticado con una colitis ulcerosa. Se sentía débil, con dolores abdominales, inflamaciones, fiebres, diarreas y hemorragias. Los síntomas no desaparecías a pesar de los medicamentos intravenosos e ingeridos y cada vez pasaba periodos más largos en el hospital.
Los síntomas eran episódicos peo más constantes y en su mente siempre estuvo arraigada la idea de que algo de aquellas aguas de Río le provocó esta enfermedad. Nunca se ha demostrado, sin embargo siempre unió su caso con el de la ya retirada nadadora Kalyn Keller Robinson, que ese mismo día finalizó en la cuarta posición de mujeres. A ella se le diagnosticó la enfermedad de Crohn, una dolencia muy similar a la de Peterson. Ella tuvo que dejar de nadar, pero él continuó.
Entre idas y venidas del hospital, el estadounidense fue capaz de prepararse para competir y quedar en primer lugar en la competición de los Pan Pacíficos en 2010. Era una oportunidad perfecta para ponerse a tono de cara a los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Nunca pudo llegar a la cita londinense. Pasó por quirófano en tres ocasiones, se le tuvo que extirpar el colon y pensó que su recuperación total nunca llegaría.
“Tuve una operación hace un año y medio. Ha sido una batalla. Ha sido una lucha mental el tener esta enfermedad. El pasar por quirófano no fue necesariamente la decisión correcta. Me siento muy contento por lograr el oro”, afirmó el nadador de la Universidad del Norte de Carolina. “Me siento yo otra vez. Es un desahogo. Con terminar la carrera hubiera sido suficiente. Me he quitado un peso de mis espaldas, sentí que había algo de presión. Siento que por fin estoy sano y que soy capaz de nadar bien. Estoy muy entusiasmado de estar aquí”, confesó este chico de sonrisa fácil y brillo en los ojos.
Este californiano acostumbrado a superarse a sí mismo desea devolver lo que ha logrado y le gustaría estar dedicado a la medicina. En su mira están los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, una cita que aunque suene paradójico, no quiere perderse por nada. Los 10 kilómetros que completó Peterson el domingo para ganar la medalla de oro en aguas abiertas sirvió para que dejara atrás una década de calvario para la que ha pasado página.