martes, 18 de febrero de 2014

La gestión de las emociones en el niño con una enfermedad crónica.



14/02/2014
La educación emocional en niños que padecen una enfermedad crónica es muy importante para afrontar el diagnóstico y, sobre todo, para saber convivir con la enfermedad y garantizar un mayor equilibrio emocional y el mayor bienestar posible para el niño. 
Tres de cada diez niños del mundo desarrollado padece algún tipo de enfermedad crónica, es decir, un trastorno que les acompañará toda la vida, sea de carácter leve o grave. De algún modo, influirá en su vida diaria. A pesar de que algunos niños pueden tardar en manifestar, la experiencia de convivir con una enfermedad crónica es algo que no les deja indiferentes y en menor o mayor grado les afecta emocionalmente.
Padres, familiares, cuidadores y otras personas del entorno del niño deberán afrontar los retos de cuidar y tratar la enfermedad al niño y a la vez ofrecerle herramientas para que pueda gestionar las emociones que la enfermedad le hace sentir.

El momento del diagnóstico

En el momento del diagnóstico es cuando afloran las primeras preguntas relacionadas con la patología: cuán grave es el trastorno, qué medidas implicará, qué limitaciones representa para el niño, etc. Obviamente, el tipo de emociones que experimentará el niño dependerá de todos estos factores.
Ante el diagnóstico de una enfermedad crónica en el niño se recomienda:
  • No dejarse sobrepasar por la situación. Aunque en un principio pueda chocarte, ten presente que la medicina ha avanzado mucho en los últimos años y para muchas enfermedades, aunque sean crónicas, existen distintos medios para que el niño tenga un desarrollo relativamente normal. Además, mantener la calma ayudará al niño a no angustiarse..
  • Hablar con tu hijo abiertamente sobre lo que le sucede. Evita que se creen tabúes, y déjale que exprese todo lo que la enfermedad le suscite, ya sean miedos y preocupaciones o aspiraciones positivas. Deja que lo diga a su manera y libremente, aunque tampoco debes forzarle si en ciertos momentos no le apetece comentarlo.
  • Aprender sobre la enfermedad del niño. Cuanto más conocimiento tengas, incluso desde un punto de vista más científico, mejor podrás responder a sus dudas y tendrás menos interrogantes que te angustien. En este punto siempre es bueno pedir ayuda a un especialista.

Momentos posteriores al diagnóstico

A medida que la familia y el niño os vais acostumbrando a la nueva situación, poco a poco, comprobarás que va retornando una cierta normalidad; algunos niños asumen más rápido sus complicaciones, mientras que otros tardan más. En todo caso, no hay que forzarle, debes permitir que se adapte a su ritmo.
  • No tengas miedo de seguir educándole, y de decirle, cuando debas, qué cosas están bien y cuáles no. Piensa que, a pesar de todo, sigue siendo un niño en desarrollo.
  • Refuerza los lazos de unidad de la familia. Aunque cada familia tiene su propia forma de asumir los problemas y hay que respetarla, es importante aprovechar el momento para estar más juntos y escucharse más unos a otros.
  • Pide ayuda profesional. Si ves que es necesario hablar con el psicólogo para tu propia salud emocional no dejes de hacerlo, pues gestionan cada día muchos casos similares.
  • Trata de obtener el lado positivo de las dificultades. En ciertas ocasiones, las dificultades pueden hacer que las personas saquen lo mejor de sí mismas.
En cualquier caso, y sea cual sea la situación a la que te enfrentas, no te preocupes si a veces observas que surgen diferencias o conflictos (ya sea con tu hijo o con otros miembros de la familia), pues son naturales. Se trata de que, poco a poco, vayas acoplando poco a poco todas las circunstancias para que formen un todo comprensible.

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