miércoles, 1 de octubre de 2014

El trasplante fecal y su papel sobre el microbioma intestinal.

La biomasa (materia organica) microbiana humana y su equilibrio con nuestras defensas es un elemento crucial para la salud. Numerosos estudios han demostrado que la modificación de la microbiota (microflora, flora microbiana normal) permite la mejoría y curación de determinados procesos de enfermedad; como ocurre con la erradicación del Helicobacter pylori asociado con la úlcera péptica y el linfoma gástrico, o el trasplante fecal que permite eliminar la infección recurrente por Clostridium difficile.

Hay evidencia científica de que la respuesta inmune anormal frente a la microbiota intestinal juega un papel muy importante en la producción de la enfermedad inflamatoria intestinal (Enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa); o como fuente de microorganismos endógenos que pueden producir infección y sepsis.

Así mismo se ha relacionado la microbiota con otras muchas enfermedades, cuyos mecanismos de producción conocidos no están directamente relacionados con la acción de los microorganismos, como la obesidad o ciertas enfermedades metabólicas y por tanto parece actuar como inductor de cambios fenotípicos (expresión de la información genética en función de un determinado ambiente).

El caso llega a extremos insospechados, ya que se han relacionado las características de la microbiota con el desarrollo, morfología y función del cerebro. Además es sabido que el desarrollo y maduración del sistema inmune y la modulación de su respuesta, requiere de la interacción con una microbiota intestinal “saludable”. Otro importante papel poco conocido, pero de gran interés, entre los muchos que se pueden esgrimir, es el papel que juega la interacción de la microbiota materna durante el embarazo y la infancia en el desarrollo durante los primeros años de la vida.

El trasplante fecal es un procedimiento que consiste en la instalación de una suspensión líquida de heces a partir de un donante sano. La administración se realiza sobre el tracto gastrointestinal mediante sonda nasogástrica o nasoyeyunal, gastroscopio, colonoscopio o enema de retención.

Esta técnica se ha venido realizando desde antiguo aunque de una forma esporádica, pero son los hallazgos recientes los que han empezado a aportar evidencia científica de sus beneficios. Además, tanto su seguridad y eficacia en el tratamiento de determinadas enfermedades (enfermedad inflamatoria intestinal); como por su escaso coste, la han incorporado al arsenal terapéutico actual. Los resultados publicados en determinados procesos como la infección recidivante por Clostridium difficile arrojan una mejoría muy superior a tratamientos con antibióticos y frente a controles.

Otras enfermedades en las que se está estudiando su utilidad son: la resistencia a la insulina y la diabetes mellitus del adulto, la púrpura trombocitopénica idiopática, el colon irritable, la enfermedad intestinal inflamatoria, el síndrome de fatiga crónica y la esclerosis múltiple.

Los pacientes candidatos al tratamiento típicamente presentan una historia clínica refractaria al tratamiento convencional, debiéndose utilizar con precaución en pacientes inmunocomprometidos o con tratamiento que altere la inmunidad, los que presentan cirrosis hepática o trasplante de médula ósea reciente entre otros procesos. Además, no está libre de potenciales efectos adversos, y entre sus actuales  contraindicaciones se encuentran la cirugía gastrointestinal mayor, el síndrome metabólico, las enfermedades alérgicas, la eosinofilia, etc.

No hay suficiente evidencia sobre el papel en el embarazo, pacientes ingresados en UVI y pacientes graves.

Los donantes se seleccionaban tradicionalmente a partir de familiares del paciente, pero actualmente se utilizan sujetos sanos a los que se les hace un cribado (conjunto de exploraciones y análisis) para descartar la presencia de enfermedades transmisibles como Sida, hepatitis B, hepatitis C o la presencia de parásitos intestinales, entre otros.

El material fecal se recoge, se filtra y diluye en solución salina, obteniendo un volumen de 25 a 50 ml si su administración es por el tracto gastrointestinal superior, o de 250 a 500 ml para el inferior. Las heces deben procesarse inmediatamente tras la recogida, preferiblemente durante las primeras 6 horas y no deben congelarse, aunque la aparición de bancos de heces está modificando estos últimos aspectos.

Entre los efectos indeseables se incluyen: la diarrea el día de la infusión y dolor abdominal y estreñimiento. Excepcionalmente se han observado complicaciones graves.

La manipulación de la microbiota intestinal es un método seguro para el tratamiento de diferentes enfermedades clínicas. Aunque se necesita una mayor evidencia para terminar de perfilar las indicaciones y la utilidad de este procedimiento, parece ser muy prometedor en el tratamiento de numerosas enfermedades.
http://www.teinteresa.es/microsite/tecnomedicina/dr-_david_martinez/trasplante-fecal-papel-microbioma-intestinal_0_1189681477.html






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