jueves, 30 de octubre de 2014

Cuando la vida da un un vuelco… La enfermedad crónica.

    La pérdida de la salud en la vida de una persona, supone una situación

 de crisis y un deterioro de su calidad de vida. La enfermedad demanda

 diferentes ajustes en torno a su duración, aparición, intensidad o gravedad,

 y de la valoración de la persona que lo sufre y sus allegados. Nos embarga

 en un principio, una profunda preocupación e indefinición sobre la dolencia

 y sobre nuestros propios planes de futuro. Y, ¿ahora qué? Ese quizás sea

 el primer vuelco.


    Nos enfrentamos con una nueva situación. Las enfermedades 

crónicas se 

caracterizan por:

-relación intensa con los estilos de vida de la persona

-largos períodos de convalecencia

-agentes causales varios

-larga duración, indefinida

-autocuidados para mantener la calidad de vida

-tratamiento farmacológico a largo plazo

-se requiere atención especializada

-gran demanda de recursos sanitarios

-etc…        

(sin mencionar la posibilidad de que un mismo paciente se

 enfrente a varias patologías)



    Ante esta pérdida del equilibrio, como “pa-de-cientes” de una 

enfermedad respondemos de diferentes maneras: baja autoestima, 

sensibilidad al rechazo, apatía, bajo interés en la actividad de la vida 

cotidiana, ansiedad, síntomas depresivos, irascibilidad, falta de aceptación, 

problemas de afrontamiento… y un largo etcétera que es importante conocer,

 pues forma parte de la enfermedad que se padece.

    Las reacciones psicológicas y sociales son llamativas y las determinan la

 gravedad de la dolencia que percibamos, la información que se nos de, nuestras

 propias creencias al respecto, y por supuesto, el dolor y /o la discapacidad

 que nos genere, la situación en la que nos llega la enfermedad, o los 

síntomas que sufrimos.


   Los efectos estresantes que caracterizan a la enfermedad afectarán también a 

nuestro entorno, entorpeciendo las relaciones familiares, produciendo incluso 

conflictos en la pareja o en el ámbito laboral. Se pueden citar algunas situaciones

 que nos afectarán por el efecto de la cronicidad, como los problemas 

económicos derivados de continuos gastos médicos, los constantes cambios, la

 falta de aceptación de algún miembro de la familia, los cuidados que se 

precisan, el agotamiento, o el no entendimiento de los más pequeños. La 

amenaza recurrente de una dolencia que implica inmovilización, pérdida de

 control, dolores, dudas, desánimo,… genera altos niveles de estrés a largo

 plazo, que precisarán de un control especializado. Hemos de sumar además 

un estrés social o cultural, el estigma, la falta de visibilización mediática… 

Nos vemos reflejados en las ideas que los demás tienen sobre nuestra enfermedad.


    Todo ello implica un desequilibrio en la vida de la persona, siendo la meta a 

lograr la adaptación, la vuelta del ánimo, del control de nuestras vidas, comprender

 qué nos sucede, y saber explicar a los demás cómo nos sentimos.


En conclusión,… la vida puede dar un nuevo vuelco.

http://proyectoacompasados.com/?p=467

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