miércoles, 19 de noviembre de 2014

PREBIÓTICOS.

¿Qué son? Se denomina así a compuestos no digeribles, presentes en la dieta, que estimulan el crecimiento o la actividad de los microorganismos autóctonos, resultando en un beneficio para la salud. 
Composición: Estructuralmente son oligo o polisacáridos, principalmente formados por la polimerización de fructosa (FOS e inulina respectivamente) pero también se utilizan polímeros de galactosa (GOS) y de manosa (MOS) y compuestos mixtos como la lactulosa (un disacárido de galactosa y fructosa) y el lactitol (galactosa y un polialcohol derivado de la glucosa). Cuando se añaden a alimentos se suelen combinar oligo y polisacáridos (prebióticos de amplio espectro).
¿Qué efectos producen? Aunque en la definición no se alude a ningún grupo microbiano concreto, parece claro que la intención es favorecer el desarrollo de las bifidobacterias, muchas de las cuales presentan en sus genomas los determinantes necesarios para degradar diversos glúcidos complejos, aunque muchos Firmicutes y, especialmente, Bacteroides, presentan también genes semejantes. Por tanto, es probable que toda la microbiota colónica se beneficie del aporte, recuérdese que al intestino grueso únicamente llegan los desechos de nuestra propia digestión, lo que hace que ese fluido sea pobre en nutrientes. El efecto inmediato de la llegada de estos compuestos sería la proliferación de la microbiota indígena, lo que potenciaría su antagonismo frente a microorganismos foráneos y contribuiría a recolonizar la mucosa, por ejemplo, tras un tratamiento con antibióticos. Debe tenerse en cuenta, además, que los prebióticos serán fermentados (la microbiota del colon es fundamentalmente anaerobia y no hay prácticamente oxígeno en el intestino) lo que generará ácidos grasos de cadena corta, H2 y CO2. Los ácidos grasos inhibirán, presumiblemente, el crecimiento de las bacterias vecinas con potencial patogénico, serán utilizados como nutrientes por los enterocitos y neutralizarán los grupos amonio generados por desaminación de diversos nutrientes, entre ellos los aminoácidos. Este efecto es crucial para evitar la encefalopatía que acompaña a las afecciones hepáticas como la cirrosis, la hepatitis y los primeros estadios de la recuperación post-trasplante (el hígado regula el pH sanguíneo, por lo que cuando no funciona adecuadamente, hay tendencia a la alcalinización debida al aporte de grupos amonio desde el intestino, lo que provocará sufrimiento neuronal y un cuadro neuropsiquiátrico grave, razón por la que la lactulosa y el lactitol se utilizan en el tratamiento de este cuadro). Por otro lado, tanto los oligosacáridos como los ácidos orgánicos generados por su catabolismo incrementan la presión osmótica luminal, induciendo la secreción de agua e incrementando el peristaltismo, lo cual aumentará la frecuencia de las deposiciones y es la causa de que los oligosacáridos no asimilables se utilicen como laxantes. Este efecto se ve potenciado por el aumento de volumen de las heces provocado por los gases generados durante la fermentación y enumerados anteriormente, aunque también inducen flatulencia, retortijones y borborigmos (“ruido de las tripas”).

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