lunes, 14 de abril de 2014

Flora intestinal, probióticos, prebióticos, simbióticos y alimentos novedosos.

Enfermedades de barrera


La enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa son procesos inflamatorios crónicos de tipo autoinmunitario que afectan al tracto gastrointestinal. A menudo se afectan otros órganos, como los ojos, la piel y las articulaciones. La EII puede acompañarse de otras enfermedades de origen autoinmunitario. Avances recientes en la genética y los mecanismos moleculares de las proteínas que codifican estos genes han dado lugar a un nuevo panorama en el conocimiento de estas enfermedades complejas. La activación de genes específicos que afectan a la presentación de antígenos y el manejo de las células por la inmunidad innata pueden generar autoinmunidad, con la consiguiente activación del complejo mayor de histocompatibilidad (CMH) y de las múltiples citocinas que están implicadas en la regulación de la inmunidad adquirida.
La mejor forma de clasificar esta constelación de enfermedades es como enfermedades de barrera, probablemente debidas a la falta de adaptación del sistema inmunitario innato al medio y a la "occidentalización" de la civilización (38). Estas enfermedades afectan a 1-5 de cada 1.000 individuos y suponen una gran carga para los sistemas nacionales de salud de muchos países de continentes distintos. A escala mundial, uno de los grandes retos sería generar intervenciones que evitaran la aparición de estas enfermedades en Asia, América Latina y África (39).


Inmunidad innata y Enfermedad de Crohn



Las proteínas NOD


Los estudios han demostrado que el gen que codifica NOD2, el gen CARD15, es el primer gen implicado en la susceptibilidad a la enfermedad de Crohn. La NOD2 se expresa también en las células del epitelio intestinal y las de Paneth. Las mutaciones del gen CARD15 pueden ser un componente clave de las respuestas innatas anormales de la mucosa a las bacterias de la luz intestinal. Por tanto, el fallo de esta interacción podría contribuir al desarrollo de la enfermedad de Crohn (40). Aunque estas mutaciones dependen de la ecología microbiológica de una población y, por tanto, su frecuencia varía en las distintas poblaciones. Esto probablemente explique que en las poblaciones asiáticas (41-44) y africanas (45) no se hayan encontrado diferencias significativas en cuanto a portadores de las mutaciones de CARD15 entre los pacientes con enfermedad de Crohn y los controles.
Defensinas alfa y beta


NOD1 y NOD2 parecen tener actividad bactericida al modular la producción epitelial de defensinas, lo que explica la reducida expresión de defensinas alfa en el íleon de los pacientes con enfermedad de Crohn (46,47).
Las defensinas beta humanas (HBD-2) están disminuidas en el colon de pacientes con enfermedad de Crohn (48). El aumento de las HBD-2 en la colitis ulcerosa puede mejorar con el uso de simbióticos (49) y de E. coli Nissle, que se ha visto que mantiene la remisión de la colitis ulcerosa (50) e induce la expresión de HBD-2 (51).
El número de copias de ADN del complejo del gen de la defensina beta en el cromosoma 8p23.1 es muy polimorfo en la población sana, y hallazgos recientes indican que un número menor de copias del gen HBD-2 en el locus de la defensina beta predispone a la colitis de Crohn, lo más probable es que a través de una menor expresión de defensina beta (52). En consecuencia, las localizaciones regionales de la EC, la afetación ileal o cólica, pueden vincularse a defectos diferentes en la expresión de defensinas (53).


Probióticos, prebióticos, simbióticos, alimentos nuevos o novedosos




Los probióticos afectan de manera beneficiosa al huésped al mejorar las propiedades de la microflora indígena. Los probióticos también son importantes para la maduración de la inmunidad humoral en la primera infancia (54,55). Son útiles para tratar y prevenir la diarrea infecciosa aguda de lactantes y niños (56); esto se ha observado en ensayos aleatorizados, doble ciego y controlados con placebo (57,58). El uso profiláctico de la administración oral de Lactobacillus GG redujo significativamente el riesgo de diarrea nosocomial en los lactantes, especialmente el de la gastroenteritis nosocomial por rotavirus (59). Una revisión sistemática de Cochrane en 2004 concluyó que los probióticos parecen ser útiles como adyuvantes de la rehidratación para tratar la diarrea infecciosa aguda de adultos y niños. Se necesitan más investigaciones para documentar el uso de pautas específicas de probióticos en grupos de pacientes concretos (60). Recientemente se ha observado que el Saccharomyces boulardii es beneficioso en la diarrea asociada a antibióticos (61).
Los prebióticos, como los fructanos de tipo inulínico, se ha visto que mejoran las funciones metabólicas de la flora comensal. Datos clínicos y experimentales indican que mejoran la barrera mucosa digestiva y modulan las funciones tróficas de la flora. Los prebióticos también podrían ayudar a prevenir las enfermedades inflamatorias del intestino (62).
Parece que la justificación del uso de los simbióticos, es decir, de los productos resultantes de la combinación de probióticos y prebióticos, se basa en observaciones que muestran que la mejoría de la supervivencia de las bacterias probióticas durante el tránsito por el tracto digestivo supe-rior. La implantación más eficiente en el colon y el efecto estimulante del crecimiento de los probióticos y la flora bacteriana intestinal contribuyen a mantener la homeostasis intestinal y la salud del organismo. Los japoneses introdujeron el término "alimentos funcionales", y en Europa se está usando el de "alimentos nuevos o novedosos". Indica que ciertos componentes podrían contribuir a reducir la presión arterial o los niveles de colesterol mediante el uso de fitoesteroles. Sin embargo, no existen datos referentes al uso de estos nutrientes en el tratamiento de la EII.


 Ver artículo entero: http://scielo.isciii.es/scielo.php?pid=S1130-01082007001100006&script=sci_arttext

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