Después de millones de años de evolución conjunta, a los humanos y sus microorganismos intestinales les conviene llevarse bien y disfrutar de una relación beneficiosa para ambas partes. Y de hecho, así es. Convivimos en armonía, ofreciéndoles cobijo y comida y a cambio, esos billones de minúsculos microbios que pueblan nuestro organismo contribuyen a nuestra buena salud y a que nuestro metabolismo pueda ejercer ciertas funciones. Desempeñan asimismo otro papel esencial: nos ayudan a mantener a raya las bacterias dañinas que podrían provocarnos infecciones. Y en esta tarea vital, no están solos.
Según un nuevo estudio publicado en la revista Immunity por un grupo de científicos de la Universidad de Chicago, el sistema inmunitario del cuerpo tiene un papel primordial. Todo sugiere que una proteína concreta presente en los leucocitos sería la responsable de que uno goce de una comunidad microbiana equilibrada. En ausencia de esta proteína (llamada ID2), las bacterias nocivas tienen más oportunidades de causar problemas graves. A pesar de que aún se desconoce cuál, los investigadores sugieren que el sistema inmunitario podría tener una forma de sentir la presencia de las bacterias intestinales invasoras.
«Nuestro estudio revela cómo el sistema inmunitario de nuestro organismo modula nuestra microbiota intestinal para que esta ponga freno a las infecciones de forma natural», explica Yang-Xin Fu, profesor del departamento de patología de la Universidad de Chicago y coautor del estudio.
El Prof. Fu y sus colegas se centraron en un tipo de células inmunes conocidas como células linfoides innatas de tipo 3 (ILC3s), esenciales para la resistencia a las infecciones en el intestino. Y constataron que eran menos eficaces luchando contra las bacterias nocivas cuando no contenían la proteína ID2.
Con el objetivo de ahondar en este asunto, llevaron a cabo un experimento con roedores: trasplantaron microbiota de un ratón con ILC3s a las que les faltaba el ID2 a animales criados en un ambiente estéril, es decir sin gérmenes. Por otro lado, transfirieron microbiota de un ratón con ILC3s funcionales y sanas a otro grupo de ratones sin gérmenes. A continuación, expusieron a ambos grupos a bacterias nocivas. Adivinen lo que descubrieron…
El primer grupo se volvió muy vulnerable a infecciones bacterianas dañinas, mientras que el segundo pudo combatir eficazmente los microbios nocivos, evitando así su infectividad. Según los autores, este experimento aclara considerablemente el papel del sistema inmunitario en nuestra microbiota intestinal: este actúa como un guardián intentando mantener el equilibrio adecuado.
En opinión del Prof. Fu, «teniendo en cuenta el incremento vertiginoso de las bacterias nocivas resistentes a los antibióticos, es primordial que los científicos encuentren formas de limitar las infecciones sin recurrir al uso de antibióticos. En el caso de futuros pacientes que padezcan infecciones por bacterias nocivas, podría resultar beneficioso fomentar el desarrollo de una microbiota intestinal saludable para, de forma indirecta, acabar con las bacterias dañinas, en lugar de suministrar antibióticos.»
En este estudio, Fu y sus colegas sugieren igualmente que las terapias innovadoras o el trasplante de microbiota podrían utilizarse para fomentar el desarrollo de un microbiota intestinal saludable y así, de forma indirecta, matar las bacterias nocivas en pacientes con infecciones intestinales recurrentes.
Ahora, los autores se están centrando en tratar de aislar especies concretas que podrían emplearse para prevenir las infecciones bacterianas. Quieren hallar asimismo una respuesta a una pregunta que les intriga: ¿de qué forman consiguen distinguir entre bacterias beneficiosas o nocivas las células inmunes? Para conocer esta respuesta, quizás tengamos que esperar a las conclusiones de su próximo artículo, o más tiempo aún.
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