jueves, 31 de diciembre de 2015

LA ENFERMEDAD DE CROHN SE CONTROLA PERO NO SE CURA.


La enfermedad de Crohn es una afección duradera que provoca inflamación en el revestimiento del tracto digestivo. La inflamación puede involucrar cualquier parte del tracto, aunque lo más común es que se presente en la última porción del intestino delgado y el grueso.
A diferencia de la colitis ulcerosa (otra afección inflamatoria), la enfermedad de Crohn normalmente afecta a todo el espesor de la pared intestinal.
“Las personas con esta enfermedad, generalmente presentan síntomas cuando se activa la inflamación y eso se conoce como recrudecimiento. El aumento de la enfermedad normalmente se alterna con períodos de remisión, en los que ni la inflamación ni los síntomas están activos. Esto puede ocurrir cuando la persona no toma los medicamentos según lo recetado, desarrolla ciertas infecciones, recibe antibióticos o toma analgésicos, entre ellos, aspirina o fármacos antiinflamatorios no esteroides como el ibuprofeno y el naproxeno” explica Shabana Pasha, Gastroenteróloga y Hepatóloga de la Clínica Mayo.
El estrés también puede desencadenar el recrudecimiento de esta enfermedad y derivar en el empeoramiento de los síntomas.
Síntomas
Los síntomas del recrudecimiento de la enfermedad son:
* Dolor abdominal y diarrea.
* Sangrado rectal.
* Náuseas y vómito.
* Pérdida de peso.
* Fiebre.
* Dolor.
* Exudado alrededor de la zona anal.
* Dolor en las articulaciones.
* Ojos enrojecidos y adoloridos.
* Sarpullido en la piel.
Durante un recrudecimiento, los síntomas pueden variar de leves a fuertes, dependiendo de la ubicación de la enfermedad, la extensión del intestino involucrado y el grado de inflamación subyacente.
Los síntomas son más ligeros en quienes están en la etapa inicial de la enfermedad o la padecen en grado leve.
De mucho cuidado
Sin tratamiento, esta afección generalmente tiende a empeorar con el tiempo y puede derivar en complicaciones graves.
Estas pueden incluir el estrechamiento del intestino debido a inflamación o fibrosis, conocido como constricción; la descomposición del tejido entre el intestino y la vejiga, la vagina, la piel u otros segmentos intestinales, conocida como fístula; y mala nutrición. Además, existe el riesgo de complicaciones mortales, tales como desgarre o perforación intestinal.
Las personas diagnosticadas con esta enfermedad en la infancia o la adolescencia y quienes padecen enfermedad perianal corren más riesgo de recrudecimientos y avance de la afección.
Fumar también aumenta el riesgo de desarrollar esta afección, conduce a recrudecimientos frecuentes y avance de la misma, además de incrementar la probabilidad de requerir cirugía.
El embarazo y la enfermedad
Las mujeres con la enfermedad que buscan quedar en embarazo deben continuar con el control médico. De concebir durante un recrudecimiento de la enfermedad pueden continuar presentando síntomas en todo el embarazo.
Suspender los medicamentos durante el embarazo también puede precipitar un agravación y conducir a problemas con la gestación como aborto espontáneo, parto prematuro o peso bajo del bebé al nacer.
No dejar el tratamiento
Sin el tratamiento adecuado, la mayoría de personas termina requiriendo cirugía debido a complicaciones. No obstante, la operación no cura la enfermedad porque ésta suele reaparecer en la parte restante del intestino.
El objetivo del tratamiento médico es prevenir los recrudecimientos y mantener a la persona en remisión. Los medicamentos actualmente disponibles son los aminosalicilatos, los esteroides, los inmunosupresores y los biológicos.
"Aparte del tratamiento médico, llevar un estilo de vida sano, hacer ejercicio con regularidad y practicar yoga o meditación también puede ser provechoso para controlar la enfermedad”, Shabana Pasha, Gastroenteróloga y Hepatóloga de la Clínica Mayo.
Puede durar toda la vida
Los médicos combinan los síntomas, los análisis de laboratorio, la endoscopia y los exámenes radiológicos a fin de evaluar la enfermedad y decidir el mejor tratamiento para cada persona. La terapia médica generalmente debe durar toda la vida. Cuando los recrudecimientos continúan presentándose, el médico puede cambiar las dosis del medicamento o recomendar otro diferente.

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