jueves, 4 de diciembre de 2014

Lo que necesita saber: Alimentación y enfermedad inflamatoria intestinal .

Respirar

Se recomienda tener en cuenta todos los consejos generales, que permitirán adoptar hábitos saludables en relación con la actividad de la vida diaria de:

Comer y beber

La alimentación es una parte esencial en el tratamiento de las enfermedades inflamatorias intestinales.

En general, se puede decir que una dieta adecuada en estas circunstancias es una alimentación saludable que se modificará según las necesidades del momento o la fase de la enfermedad, y de los posibles problemas de salud que pueda presentar cada persona.

En este sentido se aconseja:

  • Conocer y aplicar las recomendaciones dietéticas indicadas en las enfermedades inflamatorias intestinales. 
  • Seguir las pautas dietéticas recomendadas según la enfermedad se encuentre en:

    Fase activa
    Fase de remisión
  • Cuando se puede introducir un alimento nuevo se aconseja hacerlo en pequeñas cantidades en la comida de la mañana o el mediodía. Esto deja toda la tarde para observar posibles intolerancias. Si es bien tolerado, hay que esperar de 3 a 5 días para volverlo a introducir, después se puede tomar en días alternos y finalmente cada día. Y entonces volver a esperar un mínimo de 5 días a 1 semana (son tiempos orientativos) para introducir otro alimento nuevo.

    En el caso que un alimento no sea bien tolerado se aconseja suspender la ingesta hasta haberlo comentado con el equipo de salud.

    Además, se recomienda llevar un registro dietético de todas los comidas con los alimentos que se han introducido en cada fase de la enfermedad y anotar el grado de tolerancia a cada uno de ellos y, por último, hacer una pequeña lista de las tiendas especializadas de la zona donde se vive o trabaja que vendan alimentos que puedan ser necesarios en algún momento, como por ejemplo bebida de soja o arroz o postre de soja. 
  • Seguir las pautas dietéticas que aseguren el equilibrio entre las necesidades generadas por la misma enfermedad y las propias de la etapa vital en que se encuentra cada persona.

    Alimentación y EII y otras situaciones de vida
  • Aprender a realizar modificaciones dietéticas según las manifestaciones extraintestinales que se puedan presentar.

    Alimentación y EII y otros problemas de salud
Se recomienda tener en cuenta todos los consejos generales, que permitirán adoptar hábitos saludables en relación con la actividad de la vida diaria de:
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Moverse y mantener una postura corporal correcta

Combinar la alimentación saludable con un cierto ejercicio físico, adaptado a las circunstancias de vida de cada persona, es básico para mantener un óptimo estado de salud. Cuando se tienen enfermedades inflamatorias intestinales, especialmente si presentan manifestaciones extraintestinales que afectan las articulaciones (como la artropatía periférica, la sacroiliitis o la espondilitis anquilosante), es muy importante realizar alguna actividad física adaptada a la vez que se siguen unas pautas dietéticas correctas para mantenerse en la mejor condición física.

En este sentido se aconseja: 
  • Seguir el tipo de actividad física que el profesional de la salud haya indicado, en función del grado de actividad de la enfermedad y de la posible aparición de manifestaciones extraintestinales, especialmente las de tipo articular.  
  
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Reposar y dormir

Un descanso reparador es necesario para un óptimo estado de salud en cualquier situación de la vida, incluyendo las enfermedades inflamatorias intestinales. Una dieta adaptada según la fase de la enfermedad, espaciada a lo largo del día y con una cena ligera pueden ayudar a dormir y a descansar mejor.

En este sentido se aconseja: 
  • Seguir las pautas dietéticas según se esté en una fase activa o de remisión.
  • Evitar hacer comidas muy abundantes por la noche que puedan dificultar el descanso. 
  • Intentar cenar unas 2 horas antes de irse a dormir. 
  • En caso de dificultad para conciliar el sueño, aumentar el consumo (siempre que sea adecuado según la fase de la enfermedad) de los alimentos ricos en: 
    • Triptófano, como los huevos, el jamón, los lácteos, el pescado azul, el arroz, la patata, el trigo, la calabaza y los frutos secos. 
    • Vitamina B6, como el plátano, los cereales y el aguacate. 
    • Magnesio, como los cereales integrales, los frutos secos, las verduras de hoja verde y las legumbres. 
    • Infusiones relajantes como la tila y la melisa. 

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Las personas con una enfermedad inflamatoria intestinal deben adaptar la dieta a su estado de salud, que está condicionado principalmente por el grado de actividad de la enfermedad. La aparición de ciertas complicaciones, como las fisuras anales y tener que llevar una ostomía, afectan muy directamente la vida diaria.

En este sentido se aconseja:

  • Seguir las pautas dietéticas según la enfermedad esté en una fase activa o de remisión
  • Seguir las pautas dietéticas ante la aparición de irritaciones y fisuras anales y otras situaciones de salud como ser portador de una colostomía o ileostomía.

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Evitar peligros y prevenir riesgos

Las personas con una EII deben conocer la enfermedad así como sus manifestaciones, y saber como actuar ante un brote y las recomendaciones nutricionales que hay que seguir para evitar en la medida de lo posible situaciones que puedan favorecer la aparición o el agravamiento de un brote o de su estado de salud.

En este sentido se aconseja:

  • Aplicar las recomendaciones generales para asegurar un buen control de la enfermedad y evitar en la medida de lo posible que aparezcan brotes.
  • Detectar cuando hay actividad de la enfermedad y adaptar rápidamente la dieta es importante tanto para controlar el brote como para evitar posibles complicaciones.
  • Ir introduciendo los alimentos en la fase de remisión para evitar posibles problemas de salud, como la osteoporosis, derivados de una alimentación demasiado restrictiva.
  • Elaborar un registro dietético de todas los comidas, cuando hay actividad de la enfermedad, con los alimentos que se han introducido en cada fase, y anotar el grado de tolerancia a cada uno de ellos para saber cuáles son mejor tolerados. Elaborar una dieta personalizada y evitar riesgos o malestares como diarreas o flatulencias. 
  • Evitar las intoxicaciones alimentarias que podrían agravar la salud, evitando consumir alimentos crudos como los carpaccios, el marisco poco cocinado o las salsas mayonesas elaboradas con huevo. Por otro lado, se debe hacer una correcta manipulación de los alimentos cuando se cocine. Esto comporta seguir todo una serie de normas:

    Consejos de salud: Alimentación saludable: la manipulación de alimentos

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Comunicarse e interactuar socialmente

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Trabajar y divertirse

Tanto la actividad laboral como el ocio y la diversión comportan muy a menudo la necesidad de comer fuera de casa.

En este sentido se aconseja: 

  •  En la fase activa de la enfermedad, si es imposible comer correctamente (por ejemplo, en un restaurante), hay que traérsela hecha de casa siguiendo las pautas dietéticas recomendadas: 
    la alimentación en la fase activa de la enfermedad
    la alimentación en fase de remisión 
  • Si las comidas se realizan en comedores colectivos (siempre en función de la fase de la enfermedad), hay que pedir al responsable del comedor los menús mensuales y, con ayuda de una dietista, escoger los platos más adecuados para cada día y después escoger la cena en función de lo que se haya comido en el almuerzo.

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Tópicos y conductas erróneas


La dieta debe ser siempre personalizada.
A pesar de tener la misma enfermedad, dos personas pueden necesitar dietas ligeramente diferentes, ya que hay que tener en cuenta aspectos como el sexo, la talla y la edad, entre otros; la fase en que esté la enfermedad, y las posibles manifestaciones extraintestinales que pueda presentar.

No siempre se debe hacer dieta. Una vez la enfermedad está inactiva (en fase de remisión), la persona puede seguir una alimentación saludable y equilibrada en que predomine el consumo de alimentos que la ayuden a mantener en buen estado el intestino. 

En una persona con EII, la leche no siempre está prohibida.
Cuando la enfermedad está inactiva (en fase de remisión) se puede intentar introducir la leche (a diferencia de otros lácteos como el yogur o el queso, que se introducen en la fase activa de la enfermedad), ya que, hasta que el intestino no se ha recuperado, en general, no está preparado para digerir la lactosa (azúcar de la leche). Hay casos en que, a consecuencia de la enfermedad, el intestino ha quedado tan dañado que no le es posible tolerar la leche pero sí el yogur o los quesos.

En una persona con EII, la fibra no siempre está prohibida.
En una fase activa de la enfermedad, y en concreto en un brote agudo, se aconseja en un primero momento retirar la fibra. Una vez las deposiciones empiezan a ser más pastosas, se pueden empezar a introducir alimentos con una fibra suave, como la calabaza o el calabacín pelado. A medida que se entra en la fase de remisión se pueden ir introduciendo prácticamente todas las frutas y verduras.

Los alimentos prebióticos y probióticos tienen efectos saludables sobre el intestino.
Los alimentos probióticos, como el yogur, contienen microorganismos vivos que cuando son ingeridos en cantidades suficientes tienen un efecto beneficioso, como el de regular el ritmo deposicional. Por otro lado, alimentos prebióticos como los plátanos estimulan el crecimiento de una o más especies de bacterias benéficas (no patógenas) que residen en el colon y ayudan a mantener el intestino en buen estado.

recomendaciones generales

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