Contenido y envoltorio de una píldora electrónica que sondea el interior del aparato digestivo (RMIT)
Una cápsula electrónica comestible que monitoriza la salud del aparato digestivo ha sido probada por primera vez en un ensayo clínico en el que han participado seis voluntarios sanos de Australia. Los resultados demuestran que el dispositivo puede medir los niveles de diferentes gases a lo largo del aparato digestivo. Asimismo, puede identificar cómo cambia la actividad de la microbiota intestinal –es decir, el conjunto de microorganismos que viven en los intestinos y que son esenciales para la salud– en función de los alimentos que ingiere una persona.
Los autores de la investigación, liderada por las universidades Monash y RMIT de Melbourne (Australia), esperan que en el futuro la píldora electrónica permita diagnosticar enfermedades del aparato digestivo. Otra aplicación potencial, señalan, es diseñar dietas personalizadas tras analizar cómo el organismo de cada persona procesa distintos tipos de alimentos. El trabajo está dirigida por el gastroenterólogo Peter Gibson, especialista en enfermedad de Crohn.
“Medir con precisión los gases gastrointestinales debería mejorar la comprensión del funcionamiento de la microbiota”, escriben los investigadores en la revista Nature Electronics, donde ayer presentaron sus resultados. “Un dispositivo para monitorizar gases de manera precisa puede ayudar a diseñar alimentos funcionales y comprender mejor qué efectos tienen los alimentos en nuestro cuerpo”.
Con 2,6 centímetros de longitud y un centímetro de diámetro, la cápsula es algo mayor que una píldora convencional. Aun así, todos los participantes en el estudio la tragaron “con facilidad”, informan los investigadores.
En el interior de la cápsula, como si de una nave espacial se tratara, hay un transmisor de radiofrecuencia, antenas, baterías y un minúsculo ordenador, además de sensores de gases y de temperatura. Transmite los datos cada cinco minutos a un aparato receptor que cabe en un bolsillo y que los voluntarios han llevado encima de día y de noche mientras ha durado el ensayo.
Por ahora, la cápsula mide los niveles de hidrógeno, oxígeno y dióxido de carbono, los tres gases que los investigadores han considerado más interesantes para el primer ensayo del dispositivo. El hidrógeno y el dióxido de carbono se han elegido porque informan sobre el nivel de fermentación de los alimentos. El oxígeno, por su parte, se encuentra en concentraciones muy diferentes en los distintos tramos del aparato digestivo, lo que permite saber en qué punto del trayecto se encuentra la cápsula en cada momento.
Los sensores comestibles pueden servir para hacer controles de salud, dicen los investigadores
A uno de los voluntarios se le propuso que realizara la prueba dos veces, una tras tomar durante dos días una dieta muy alta en fibra, con abundancia de lentejas y garbanzos, y la otra tras tomar una dieta con muy poca fibra. En el primer caso, la cápsula completó el trayecto en 23 horas –doce en el estómago, siete en el intestino delgado y cuatro en el intestino grueso–. En el caso de la dieta con poca fibra, hicieron falta más de cuatro días para recuperar la cápsula.
Además, se comprobó que las concentraciones de los distintos gases a lo largo del aparato digestivo varían según el tipo de dieta. El experimento se repitió después con otros cuatro voluntarios con resultados similares.
“Los sensores comestibles son una tecnología potencialmente muy útil para monitorizar la salud humana”, escriben los investigadores en Nature Electronics. “Nuestra cápsula ofrece una herramienta precisa y segura para evaluar los efectos de las dietas y tiene el potencial para utilizarse con fines diagnósticos”.
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