Con este extraño nombre se define un importante desequilibrio de la flora intestinal, que puede estar provocado por causas diversas. El efecto de ciertos medicamentos (antibióticos), el estrés, así como el exceso de proteínas y azúcares simples en la dieta, hábitos muy frecuentes en la población occidental, pueden ser algunos de los factores causantes de la disbiosis intestinal.
Los cambios en la concentración de las bacterias intestinales pueden contribuir al desarrollo o empeoramiento de muchos trastornos o enfermedades crónicas y degenerativas intestinales; desde la hinchazón abdominal y estreñimiento crónico hasta la enfermedad inflamatoria intestinal (síndrome de colon irritable) e incluso migrañas y enfermedades inflamatorias como la artritis reumatoide.
Estudios realizados indican que las dietas prebióticas (ricas en fibra) y probióticas (basadas en lácteos y leches fermentadas) favorecen el crecimiento de las bacterias intestinales beneficiosas. Por el contrario, las dietas hiperproteicas, pueden aumentar la producción de sustancias nocivas (amoníaco, aminas,…) por parte de las bacterias intestinales.
“La proteína no digerida es fermentada por las bacterias del colon con la consiguiente producción de tóxicos, tales como amoníaco, aminas… El amoníaco modifica la morfología y el metabolismo de las células intestinales, reduciendo su vida útil y favoreciendo el crecimiento de células intestinales cancerosas, el exceso de aminas parece tener implicación en ciertos tipos de migrañas asociadas a la dieta”.
Así mismo, las dietas bajas en fibra o ricas en azúcares simples (presentes en mermeladas, zumos y refrescos), favorecen la disbiosis intestinal al aumentar la actividad de bacterias intestinales patógenas, secretoras de tóxicos.
Disbiosis intestinal y calidad de vida.
La disbiosis intestinal tiene sus peores consecuencias con el paso de los años, no sólo debilitando nuestra salud, sino también acelerando nuestro envejecimiento.
Cuando el intestino se inflama no absorbe adecuadamente y entonces aparece fatiga general e hinchazón abdominal, pudiendo producir alergias alimentarias y nuevos síntomas con afectación de órganos a distancia (artritis, fibromialgia…). Además las deficiencias en nutrientes pueden causar otros síntomas:
- Déficit de Magnesio: Espasmos musculares.
- Déficit de Cobre: Incremento de colesterol.
- Déficit de Litio: Desórdenes emocionales.
Por otra parte, las fugas de toxinas a través de la pared intestinal (debido a la hinchazón) sobrecargan el hígado, con lo que disminuye la capacidad depuradora y la tolerancia a las sustancias químicas cotidianas.
Se hace pues imprescindible cuidar nuestros estilos de vida, prestándole especial atención a nuestra alimentación, para tener un envejecimiento saludable. Potenciar la medicina preventiva y personalizada y adoptar algunas medidas sencillas, prolongará, sin duda, los años de bienestar. Hábitos individuales y sociales (alimentación, ejercicio, sueño, actividades de entretenimiento,…) aportan vitalidad y animan a seguir activos.
Para aquellas personas que presenten molestias digestivas, dolor abdominal tras las comidas, malas digestiones, etc. se ofrece la realización de un perfil de disbiosis que incluye cultivos microbiológicos específicos que permiten la determinación de la concentración de cada una de las especies que conforman la flora intestinal. Así mismo se realiza un estudio micológico con objeto de evaluar la presencia de levaduras, hongos, parásitos y virus entre otros.
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