martes, 22 de marzo de 2016

La nutrición y el sistema inmunológico.

Nuestro sistema inmunológico nos protege de las bacterias, los virus y otros organismos patógenos. Se trata de un sistema de defensa complejo y eficaz. ¿Influye nuestra alimentación en el sistema inmunológico?
El sistema inmunológico constituye nuestra protección contra las enfermedades. Dada su complejidad, resulta muy difícil evaluar los efectos de la dieta en este sistema. Sin embargo, los resultados de diversas investigaciones han permitido identificar algunos factores dietéticos que afectan a la respuesta inmunológica de nuestro organismo.
Aparentemente, la ingesta energética tiene una influencia considerable en la actividad inmunológica. Las personas desnutridas presentan un mayor riesgo de contraer infecciones. Los regímenes de adelgazamiento de menos de 1.200 kcal al día también pueden hacer disminuir la función inmunológica, lo que constituye una buena razón para evitar las poco saludables "dietas milagrosas". Del mismo modo, el aporte excesivo de energía también puede afectar a la capacidad del sistema inmunológico de combatir las infecciones. La obesidad está ligada a una mayor incidencia de enfermedades infecciosas. Además, las personas obesas son más propensas a desarrollar enfermedades cardiacas coronarias, las cuales están relacionadas con alteraciones de la función inmunológica.
La reducción de las grasas en la dieta es importante para el control del peso, pero también influye en el funcionamiento del sistema inmunológico. Parece ser que las dietas ricas en grasas reducen la respuesta inmunológica, aumentando así el riesgo de infecciones. Por lo tanto, si se reduce el contenido de grasa en la dieta, la actividad inmunológica aumenta. De esta forma, además de prevenir las infecciones, se podría fortalecer el tipo de células inmunológicas que combaten las células tumorales. No obstante, no es sólo una cuestión de cantidad, también es importante la procedencia de las grasas. Es necesario incluir en nuestra dieta pescado azul, frutos secos, soja o aceite de linaza, para asegurar un aporte equilibrado de diferentes ácidos grasos.
El consumo regular de productos lácteos fermentados como el yogur o el kefir puede aumentar las defensas inmunológicas intestinales. Algunos estudios recientes sugieren que el yogur elaborado con ciertas bacterias, denominadas bacterias probióticas, puede tener un efecto beneficioso en el sistema inmunológico. Por ejemplo, los voluntarios que comieron a diario este tipo de yogur presentaron una mayor resistencia a los microorganismos que provocan las intoxicaciones alimentarias. Es preciso proseguir las investigaciones en este ámbito.
El mantenimiento del sistema inmunológico requiere un consumo constante de todas las vitaminas y minerales necesarios. Para ello, hay que asegurarse de seguir una dieta equilibrada que incluya frutas y verduras en abundancia, y yogures o productos similares. Hasta la fecha, la mayoría de las investigaciones indican que los complementos alimenticios no estimulan la respuesta inmunológica en individuos sanos y bien alimentados. Sin embargo, un estudio reciente realizado en ancianos demostró que un complemento de multivitaminas y minerales puede aumentar su función inmunológica.
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