lunes, 21 de marzo de 2016

Empleo de probióticos y prebióticos en pediatría.

Román Riechmann E.1 y Álvarez Calatayud G.2
1Unidad de Gastroenterología y Nutrición Pediátrica. Hospital Universitario Puerta de Hierro.
 Majadahonda
2Sección de Gastroenterología y Nutrición Pediátrica. Hospital General Universitario Gregorio

 Marañón. Madrid


En condiciones normales las distintas superficies del organismo son colonizadas por un gran número
 de células microbianas. Dentro de estas superficies, el intestino es la zona más intensamente
 colonizada y constituye un ecosistema altamente dinámico. La microbiota intestinal desempeña 
un papel clave en la salud de los individuos, con funciones como la de proteger frente a la colonización
 de gérmenes patógenos, regular el tránsito intestinal, conjugar los ácidos biliares y promover la 
circulación enterohepática, fermentar los carbohidratos no digeridos, producir vitaminas y factores 
de crecimiento y, por último, la maduración del sistema inmunitario.
En la actualidad se da gran importancia a la modulación de esta microbiota intestinal mediante los
 alimentos funcionales, que son aquellos que añaden a la función nutritiva un efecto beneficioso sobre
 la salud. Algunos de estos alimentos tienen como constituyentes los probióticos (microorganismos
 vivos que administrados en cantidades adecuadas producen un efecto beneficioso en la salud y el 
bienestar del huésped), los prebióticos (carbohidratos no digeribles cuya ingestión induce el 
crecimiento de microorganismos beneficiosos) y los simbióticos, asociación de los dos anteriores.
Las principales especies de probióticos que se integran en alimentos son bacterias capaces de
 producir ácido láctico y que pertenecen a dos géneros principalmente: Lactobacillus, utilizados en
 la fermentación de alimentos y Bifidobacterium, gérmenes anaerobios estrictos. También se 
emplean microorganismos no bacterianos, comoSaccharomyces boulardii (levadura no patógena),
 y bacterias
 no patógenas como Streptococcus termophilus yEscherichia coli Nissle 1917. La nomenclatura 
considera el género, la especie y la cepa (código alfa numérico).
Los prebióticos son principalmente carbohidratos que no pueden ser digeridos por el intestino delgado
 y son fermentados por la microbiota del colon. De esta forma favorecen la proliferación de bacterias
 intestinales como son las bifidobacterias y los lactobacilos. En Europa los principales prebióticos
 utilizados en alimentación son los fructo-oligosacáriosos (FOS) y la inulina. Los FOS están incluidos
 de forma natural en especies vegetales como los espárragos, puerro, ajo, alcachofa, achicoria y
 cebolla. La inulina se encuentra en alimentos como trigo, cebolla, ajo, puerro y plátano. Estos 
preparados: 1) proporcionarían una barrera frente a microorganismos patógenos con lo que
 protegerían frente a la diarrea infecciosa y la asociada a antibióticos; 2) mejorarían la absorción de
 nutrientes como el calcio, potenciando la mineralización de los huesos; 3) por su indigestibilidad,
 pueden ser considerados como una forma de fibra soluble, contribuyendo a disminuir la consistencia
 de las heces, mejorando así el tránsito gastrointestinal,y reduciendo la formación de sustancias
 cancerígenas y por último, 4) por su efecto modulador del sistema inmunitario, podrían mejorar y
 prevenir procesos alérgicos como la dermatitis atópica.

Aplicaciones clínicas de los probióticos y prebióticos
Los probióticos se han utilizado en gran número de patologías pediátricas, principalmente en
 problemas gastrointestinales con alteración en la microbiota intestinal como la diarrea infecciosa,
 el sobredesarrollo bacteriano, la enterocolitis necrotizante y, más recientemente, en procesos
 inflamatorios crónicos como la enfermedad inflamatoria intestinal o en trastornos funcionales como
 el cólico del lactante o el estreñimiento. También se ha valorado su efecto beneficioso en
 alteraciones inmunológicas como la dermatitis atópica, en la prevención y tratamiento de la 
alergia alimentaria y, en los últimos
 años, en la prevención de patología del recién nacido pretérmino y en la infección por H. pylori
Además existen varias líneas de investigación abiertas en la complementación probiótica y prebiótica 
en la infancia.
La gran diversidad en el diseño de los estudios realizados justifica la gran variabilidad en los 
resultados de eficacia. De hecho, la mayoría de metaanálisis sobre estos estudios concluye que hay
 insuficientes trabajos de tratamiento con probióticos específicos en grupos definidos de pacientes
 para poder establecer guías definitivas de tratamiento. Hay que considerar que los diferentes
 probióticos emplean distintas estrategias de acción y que no todas las cepas probióticas presentan la
 misma resistencia ni capacidad de colonización y, por tanto, no tienen la misma eficacia clínica. Por
 ello, hay que considerar que los efectos en la práctica clínica son específicos de cepa y no están 
indicados para las mismas situaciones. Los datos agrupados de distintas cepas podrían llevar a falsas
 conclusiones. El empleo de los probióticos debería centrarse en hacer corresponder las cepas y dosis
 de producto utilizado a la situación para la que ha mostrado beneficio en los ensayos clínicos. A
 continuación se describen las principales aplicaciones del empleo de los probióticos y prebióticos en
 la infancia:
Diarrea aguda infecciosa
La mayor evidencia sobre la eficacia de los probióticos ha sido descrita en el tratamiento de la diarrea
 aguda infecciosa. Los mecanismos implicados son la estimulación del sistema inmunitario, la
 competencia por los sitios de adherencia en las células intestinales y la elaboración de sustancias
 neutralizantes de microorganismos patógenos. Las distintas revisiones sistemáticas realizadas sobre
 los estudios publicados con diferentes cepas concluyen, a pesar de la gran variabilidad de los mismos,
 que los probióticos producen un efecto beneficioso en la evolución de la diarrea aguda infecciosa.
 Concretamente, se ha observado una disminución del riesgo de diarrea al tercer día y la duración
 media, efectos evidenciados principalmente con Lactobacillus rhamnosus GG, L. reuteri y S. boulardii.
El efecto beneficioso de los probióticos es más significativo en las diarreas producidas por rotavirus,
 aunque también existen beneficios en las causadas por otros virus. No se ha podido demostrar
 su eficacia en las producidas por gérmenes invasivos, aunque un trabajo reciente con S. boulardii ha
 mostrado una mayor efectividad frente al metronidazol en el tratamiento de la diarrea por ameba.
 Hay evidencia muy limitada sobre su eficacia en el tratamiento de la diarrea persistente en niños. 
Los efectos beneficiosos fueron más notables cuanto más precozmente se administraron los 
probióticos en el curso de la enfermedad, no evidenciándose efectos adversos con su administración.
 Basándose en los datos anteriores, varias de las guías o recomendaciones vigentes de tratamiento 
de la gastroenteritis aguda, contemplan el empleo de probióticos de eficacia comprobada y a dosis
 adecuadas.
Hasta el momento son muy escasos los estudios que concluyen que el uso de probióticos reduce de
 forma significativa la incidencia de diarrea adquirida en la comunidad. Lactobacillus (rhamnosus, GG,
 reuteri y casei)han mostrado beneficio en la prevención de diarrea por rotavirus en guarderías,
 necesitando tratar a 7 niños para prevenir 1 caso. En niños hospitalizados, comparando la
 administración de Lactobacillus rhamnosus GG con placebo, el probiótico puede disminuir la incidencia
 global de diarrea asociada a cuidados sanitarios, incluida la diarrea por rotavirus.
Diarrea asociada a antibióticos
Los estudios realizados, principalmente hechos en adultos, han podido demostrar que la ingesta de
 probióticos en combinación con antibióticos reduce el riesgo de diarrea asociada a los mismos. Sin
 embargo, no hay, por el momento, estudios concluyentes para recomendar de manera rutinaria el 
empleo conjunto de probióticos y antibióticos, aunque algunas cepas, principalmente
 Saccharomyces boulardii y Lactobacillus GG, han demostrado su eficacia disminuyendo la
 incidencia de diarrea en 
pacientes con antibioterapia. Su administración debe realizarse al principio del tratamiento y no 
cuando se ha desencadenado el cuadro donde ya no son útiles.
Enfermedad inflamatoria intestinal
El empleo de probióticos en la enfermedad inflamatoria intestinal es, desde el punto de vista 
fisiopatológico, una buena alternativa terapéutica. Sin embargo, aunque los datos de los estudios 
realizados sugieren que tendrían un impacto favorable, sería deseable poder realizar más ensayos 
controlados y con mayor número de pacientes para poder aplicar en la práctica los efectos
 beneficiosos que tienen sobre la flora intestinal y que repercutirían positivamente en la enfermedad.
 Algunos preparados de probióticos se han mostrado eficaces en la colitis ulcerosa y en la reservoritis
 (sobre todo la mezcla VSL3).
Síndrome del intestino irritable
Aunque se desconoce la fisiopatología de este tipo de dolor abdominal funcional, hay datos que 
apoyan su relación con la microbiota intestinal, siendo ésta diferente de la de los individuos sanos.
 Además su instauración tiene relación en una tercera parte de los casos con procesos infecciosos
 gastrointestinales y se ha observado también en una alta proporción de estos pacientes cuadros
 compatibles con sobredesarrollo bacteriano. Un meta-análisis de 3 ensayos clínicos en niños sugiere 
una moderada mejoría con Lactobacillus GG.
Sobredesarrollo bacteriano
Los probióticos han demostrado ser eficaces en niños con sobrecrecimiento bacteriano intestinal
 como
 complicación de patologías como el intestino corto y el síndrome post-enteritis, ya que suprimen las
 bacterias patógenas, inducen una microbiota anaeróbica, aumentan los ácidos grasos de cadena 
corta en heces, disminuyen la inflamación y mejoran el estado nutricional. Se ha empleado con
 éxito Lactobacillus GG
 yLactobacillus plantarum 299V en niños afectos con intestino corto y sobrecrecimiento bacteriano
 que no respondieron al tratamiento antibiótico, con objeto de evitar graves complicaciones como
 la atrofia e
 inflamación intestinal.
Dolor abdominal
Los principios del tratamiento con probióticos de basan en la mejoría de la permeabilidad intestinal,
 en la regulación inmunitaria y de la respuesta inflamatoria, y en la regulación de la motilidad
 intestinal. Hay una limitación en los estudios realizados hasta la fecha, tanto desde el punto de
 vista
 metodológico como en las cepas empleadas o sus dosis. Se ha analizado el efecto de Lactobacillus
 GG en varios ensayos y, si bien se han encontrado resultados esperanzadores, parece que son
 necesarios más estudios para ver la eficacia de los probióticos en el dolor abdominal en la infancia.
Estreñimiento
El uso de los probióticos como terapia del estreñimiento se basa en el desequilibrio de la microbiota
 intestinal que se ha observado en los niños que lo padecen, pero no está claramente establecida su
 eficacia en la edad pediátrica. Parecen tener un efecto positivo aunque poco importante en el 
número
 de deposiciones semanales, pero la mayoría de los estudios se han realizado en adultos.
El empleo de prebióticos (fibra dietética soluble) aumenta la capacidad de retención de agua de las 
heces y estimula el crecimiento de las bifidobacterias probióticas, aumentando la media de 
deposiciones y disminuyendo su consistencia. La inulina y los FOG poseen efectos laxantes
 dosis-dependientes que se atribuyen al aumento de la biomasa microbiana como resultado de su
 fermentación en el colon a diferencia de la fibra alimentaria insoluble que aumenta la masa fecal al
 favorecer la retención de agua.
Cólico infantil
Su empleo se basa en la existencia de una microbiota colónica anormal en los lactantes con cólicos.
 Su mecanismo de acción se basa en mejorar la motilidad intestinal y ejercer efectos directos en la
 vía nerviosa del dolor visceral. Se ha estudiado la cepa de Lactobacillus reuteri DSM 17938,
 administrada en forma liofilizada a una dosis de 108 ufc/día en suspensión, 30 minutos antes de la
 primera toma del día. La tasa de respuesta (disminución del tiempo de llanto) fue significativamente
 mayor en los lactantes tratados con L. reuteri frente al placebo. Su uso, en combinación con otras
 medidas terapéuticas, tiene la finalidad de conseguir un plan de tratamiento individualizado efectivo 
y seguro.
Infección por Helicobacter pylori
Se han observado en pacientes pediátricos menos efectos secundarios y mejor tolerancia a la triple
 terapia, con la adición de prebióticos al tratamiento antibiótico. Actuaría por mecanismos
 inmunológicos y no inmunológicos, produciendo sustancias antimicrobianas, compitiendo por la
 adhesión a la célula intestinal y proporcionando una barrera mucosa. Los escasos estudios
 realizados
 en niños muestran una disminución de los efectos secundarios del tratamiento antibiótico con los
 probióticos, aunque sin evidencia clara de una mayor tasa de erradicación, habiéndose utilizado
 Lactobacillus GG, Lactobacillus reuteri y mezcla de varias cepas.
Enterocolitis necrotizante
El uso de suplementos enterales de probióticos puede reducir la incidencia de ECN, el riesgo de ECN
 severa (estadio 2 ó más) y la mortalidad en prematuros. La seguridad y eficacia de estos 
suplementos necesita mayor evaluación para neonatos < 1.000 g de PRN. Dado el riesgo potencial
 de la administración de bacterias vivas en grandes dosis en neonatos inmunológicamente inmaduros,
 generalmente afectados de otras enfermedades, se hace necesaria la realización de más estudios
 controlados y multicéntricos para evaluar su eficacia y seguridad, sobre todo, si se van a utilizar
 otras cepas de probióticos que han resultado beneficiosas en otras patologías gastrointestinales.
 Por ello, algunos autores advierten ser más cautelosos en la introducción de probióticos en
 prematuros de manera rutinaria hasta determinar mejor la seguridad, calidad, dosis y duración
 óptimas de tratamiento, comparación con leche materna exclusiva y evaluar los efectos a largo
 plazo.
Intolerancia a la lactosa
Si bien, hay estudios que demuestran una mejor digestión de lactosa y menor excreción de
 hidrógeno
 en el aire espirado en estos pacientes que consumen lácteos fermentados, en la actualidad, no
 existe
 evidencia suficiente para recomendar el uso de probióticos en el manejo sistemático de la
 intolerancia a la lactosa.
Enfermedad celiaca
Aunque en la actualidad el único tratamiento de la enfermedad celiaca sea una dieta exenta de
 gluten, es posible que, basándonos en la alteración de la microbiota intestinal existente en estos 
pacientes, en un futuro la administración de bifidobacterias pueda producir efectos beneficiosos, 
aunque para ello son necesarios más estudios.
Obesidad
La modulación de la microbiota intestinal constituye un objetivo fundamental en la búsqueda de
 nuevos tratamientos preventivos de la obesidad y la investigación en esta área sigue en la
 actualidad. Aunque esta línea de investigación está tan sólo en su inicio e implica a bacterias no 
consideradas clásicamente como probióticos, los estudios realizados están aportando una información
 clave para conocer nuevos factores implicados en el desarrollo de la obesidad y las enfermedades
 metabólicas, así como para mejorar las estrategias de intervención nutricional para prevenirlas.
Malnutrición
En la actualidad no existen estudios multicéntricos que aclaren los beneficios y recomienden el uso
 de los probióticos en la malnutrición severa; pero está claro, que estos agentes terapéuticos juegan
 un papel importante en la inmunidad y en el equilibrio de la flora bacteriana intestinal, teniendo un
 impacto importante en la malnutrición. Se espera que en un futuro surjan más estudios para definir 
el rol de los probióticos en situaciones nutricionales deficitarias.
Fibrosis quística
El tratamiento con probióticos, además de una alternativa al tratamiento descontaminante con
 antibióticos, también puede mejorar la función intestinal en la fibrosis quística, tanto clínica como
 bioquímicamente. Por tanto, su administración podría ser pautada de una manera regular. Los
 estudios realizados ofrecen un panorama prometedor, pero hasta el momento se trata de estudios 
piloto, que incluyen pocos pacientes y no tienen en cuenta la multitud de factores que influyen en la
 patogenia de esta enfermedad, por lo que es necesaria mayor investigación y tomar estos datos
 como preliminares.
Enfermedades atópicas
La teórica relación entre la composición de la microbiota intestinal y el eczema, con una posible 
alteración de la permeabilidad intestinal y presencia de marcadores de inflamación, ha sido la base
 para el empleo de probióticos en esta patología. Los estudios disponibles con suplementación de
 probióticos a niños de riesgo atópico frente a placebo para modificar el desarrollo precoz de su
 microbiota intestinal, no han observado una mejoría clara del eczema, por lo que es necesario
 confirmar este beneficio en niños con riesgo atópico en los primeros 6 meses de vida.
Alergia alimentaria
Un reciente estudio plantea la posibilidad de una más precoz adquisición de tolerancia en la alergia 
a proteínas de leche de vaca, tanto mediada por IgE como no mediada por IgE, con la utilización de 
un hidrolizado de proteínas de leche de vaca suplementado con Lactobacillus GG.
Suplementación de fórmulas lácteas infantiles
Una reciente revisión del Comité de expertos de la Sociedad Europea de Gastroenterología,
 Hepatología y Nutrición Pediátrica (ESPGHAN) establece respecto a los posibles beneficios en la 
administración de fórmulas suplementadas con probióticos a lactantes menores de 4-6 meses y según
 la evidencia disponible, que tanto en la frecuencia como en la consistencia de las deposiciones podía
 haber un modesto beneficio con la aportación de LGG. En los lactantes mayores los posibles
 beneficios serían sobre las infecciones gastrointestinales (B. lactis), disminución en el empleo de
 antibióticos (B. lactis y S thermophilus ó L reuteri) y en la irritabilidad del cólico (B. lactis o S
 thermophilus).
En relación a los prebióticos, no se puede realizar una recomendación general y considera que su 
suplementación en la dieta tiene la capacidad de incrementar el número de bifidobacterias 
beneficiosas en las heces y disminuye la consistencia de las mismas con efecto beneficioso en el 
estreñimiento. No se han encontrados efectos adversos en cuanto al uso de prebióticos en la 
alimentación infantil y es necesaria más información antes de un uso generalizado en niños 
prematuros y en niños con problemas especiales como inmunodeficiencias.

Referencias
1. Allen SJ, Martinez EG, Gregorio GV, Dans LF. Probiotics for treating acute infectious diarrhoea.
 Cochrane Database Syst Rev 2010; Nov 10;(11): CD003048.         [ Links ]
2. Braegger C, Chmielewska A, Decsi T, Kolacek S, Mihatsch W, Moreno L, et al. Supplementation of
 infant formula with probiotics and/or prebiotics: a systematic review and comment by the ESPGHAN 
committee on nutrition. J Pediatr Gastroenterol Nutr 2011; 52: 238-250.         [ Links ]
3. Ciorba MA. A gastroenterologist s guide to probiotics. Clin Gastroenterol Hepatol 2012; 10: 960-
968.         [ Links ]
4. ESPGHAN Working Group on Probiotics and Prebiotics, Szajewska H, Weizman Z, Abu-Zekkry M, 
Kekez AJ, Braegger CP, Kolacel S, et al. Inulin and fructo-oligosaccharides for the prevention of 
antibiotic-associated diarrhea in children: report by the ESPGHAN Working Group on Probiotics and 
Prebiotics. J Pediatr Gastroenterol Nutr 2012; 54: 828-829.         [ Links ]
5. Floch MH, Walker WA, Madsen K, Sanders ME, Macfarlane GT, Flint HJ, et al. Recommendations
 for probiotic use-2011 update. J Clin Gastroenterol 2011; 45: S168-171.         [ Links ]
6. Hempel S, Newberry SJ, Maher AR, Wang Z, Miles JN, Shanman R, et al. Probiotics for the 
prevention and treatment of antibiotic-associated diarrhea: a systematic review and meta-analysis.
 JAMA 2012; 307: 1959-1969.         [ Links ]
7. Szajewska H, Wanke, M Patro B. Meta-analysis: the effects of Lactobacillus rhamnosus GG 
supplementation for the prevention of healthcare-associated diarrhoea in children. Aliment Pharmacol
 Ther 2011; 34: 1079-1087.         [ Links ]
8. Thomas DW, Creer FR and Comité on Nutrition. Probiotics and prebiotics in Pediatrics. Pediatrics
 2010; 126: 1217-1231.         [ Links ]
9. WGO. Probióticos y prebióticos. En: Guías Mundiales de la Organización Mundial de
 Gastroenterología. Octubre 2011. www.Worldgastroenterology.org/probiotics-prebiotics.html.      
   [ Links ]

No hay comentarios:

Publicar un comentario