miércoles, 5 de octubre de 2016

Nobel de Medicina para las brigadas de limpieza celular.

JOSEP CORBELLA
 

Las células del cuerpo humano eliminan y reciclan sus residuos como suele hacerse en los hogares y en las ciudades: los empaquetan en pequeñas bolsas y los llevan a una planta de reciclaje. Por haber descubierto cómo funciona este mecanismo de limpieza celular, técnicamente llamado autofagia, al biólogo japonés Yoshinori Ohsumiha sido reconocido con el premio Nobel de Medicina 2016.
Según destacó ayer la Asamblea Nobel del Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia) al anunciar el premio, la autofagia “tiene una importancia fundamental en muchos procesos fisiológicos”, como la defensa ante las infecciones o el envejecimiento. Y está involucrada en múltiples enfermedades, “incluidos el cáncer y las enfermedades neurológicas”.

La autofagia consiste en comer (fagia) los propios restos (auto). El concepto se acuñó en los años sesenta, cuando se vio por primera vez que las células pueden destruir sus residuos envolviéndolos en membranas que actúan como bolsas de basura; y transportando después estas bolsas al lisosoma, un componente de las células que actúa como planta de reciclaje.
Sin embargo, el proceso no se comprendió bien hasta los años noventa, cuando Ohsumi, “en una serie de experimentos brillantes (...) identificógenes esenciales para la autofagia”, destaca la Asamblea Nobel del Instituto Karolinska. “Los descubrimientos de Ohsumi llevaron a un nuevo paradigma en nuestra comprensión de cómo la célula recicla sus contenidos”.
Nacido en Fukuoka en 1945, Ohsumi es actualmente profesor del Instituto de Tecnología de Tokio. Pero realizó sus estudios pioneros sobre la autofagia cuando trabajaba en la Universidad de Tokio. Allí descubrió los genes que regulan la autofagia en levaduras, que son seres vivos de una sola célula pero tienen muchos procesos bioquímicos en común con los animales; identificó las proteínas que las células producen a partir de estos genes; y demostró que las células humanas utilizan los mismos mecanismos de limpieza y reciclaje que las levaduras.
La autofagia es reconocida hoy como un proceso fundamental para el correcto funcionamiento del cuerpo humano. Interviene en el desarrollo embrionario y en la diferenciación de las células. Dado que recicla componentes de las propias células, permite adaptarse a situaciones de falta de alimento aportando energía y materias primas para sobrevivir. En casos de infección, puede eliminar bacterias y virus.
Además, actúa como mecanismo de control de calidad de los componentes de las células, eliminando aquellos que son defectuosos. Una autofagia eficiente ayuda a frenar el envejecimiento mientras que una autofagia ineficiente lo acelera. De hecho, “fallos en la autofagia se han relacionado con el parkinson, la diabetes tipo 2 y otras enfermedades que aparecen en personas mayores”, señala la asamblea Nobel del Instituto Karolinska en el comunicado en que anuncia el premio. “Trastornos en la maquinaria de la autofagia también se han relacionado con el cáncer”.
A partir de las investigaciones de Ohsumi, añade la asamblea Nobel, se ha iniciado la búsqueda de fármacos que actúen sobre el autofagia para mejorar el tratamiento de varias enfermedades.

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