miércoles, 20 de julio de 2016

Diseñada una terapia mucho más eficaz y segura para las enfermedades autoinmunes.


El uso de ‘receptores de antígeno quiméricos’ permite destruir las células autoinmunes causantes de la enfermedad sin dañar al resto del sistema inmunitario
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Lupus eritematoso sistémico - ARCHIVO
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Las enfermedades autoinmunes son aquellas patologías en las que el sistema inmune ataca al propio organismo. Un ataque cuyo desencadenante permanece desconocido y que puede afectar a un único órgano –como sucede en la enfermedad de Crohn, en la que la ‘víctima’ es el tubo digestivo– o a todo el cuerpo –caso del lupus eritematoso sistémico–. En consecuencia, el tratamiento de estas enfermedades autoinmunes se basa en la administración de fármacos –los denominados ‘inmunosupresores’– que desactivan algunos de los componentes del sistema inmune, por lo que el organismo puede quedar a merced de las infecciones e, incluso, del cáncer. Sin embargo, investigadores de la Facultad de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania en Filadelfia (EE.UU.) parecen haber encontrado la manera de eliminar los anticuerpos que ‘disparan’ la respuesta autoinmune sin afectar al resto del sistema inmunitario.
Concretamente, el estudio, publicado en la revista «Science», describe una nueva técnica que permite tratar el pénfigo vulgar –enfermedad autoinmune caracterizada por la aparición de ampollas y erosiones en piel y mucosas– sin afectar a los tejidos sanos. O así sucede, cuando menos, en modelos animales –ratones.
Como explica Aimee S. Payne, co-directora de la investigación, «nuestro trabajo muestra una estrategia poderosa dirigida exclusivamente hacia las células autoinmunes y que protege al resto de células inmunes ‘buenas’ que nos defienden frente a las infecciones».

Receptores de diseño

Para diseñar la nueva estrategia, los autores se fijaron en un tratamiento experimental basado en la modificación de los linfocitos T para la destrucción de las células malignas en algunas leucemias y linfomas. Como indica Michael C. Milone, co-director del estudio, «nuestro trabajo abre de forma efectiva la aplicación de esta tecnología antitumoral al tratamiento de una gama más amplia de enfermedades, incluidas las patologías autoinmunes y el rechazo en el trasplante».
Y, exactamente, ¿en qué consiste esta tecnología antitumoral? Pues básicamente, en la manipulación genética de los linfocitos T para que expresen unos receptores artificiales denominados ‘receptores de antígeno quiméricos’ (CAR). Más concretamente, lo que hacen los investigadores es extraer un linfocito T, manipularlo para que contenga los genes que expresen los CAR, producirlo en cantidades ingentes en placas de laboratorio, e inocular los linfocitos T con los CAR en el organismo. Y dado que en este caso los CAR son específicos de los linfocitos B que se han transformado en células malignas y, así, han provocado la aparición de las leucemias y linfomas, los linfocitos T modificados se unen específicamente a estos linfocitos B ‘transformados’ y los destruyen.
En definitiva, de lo que se trata es de adaptar esta terapia frente al cáncer a las enfermedades autoinmunes. Y es que los linfocitos B también producen anticuerpos, por lo que pueden dar lugar al desarrollo de enfermedades autoinmunes.
Como refiere Michael Milone, «pensamos que podríamos adaptar esta tecnología ciertamente efectiva en la destrucción de los linfocitos B para dirigirla específicamente a aquellos linfocitos B que producen los anticuerpos que causan las enfermedades autoinmunes. Y es que el tratamiento exclusivo sobre las células que causan la autoinmunidad debe ser el objetivo final de los tratamientos en este campo».

Más allá del pénfigo

En este contexto, el pénfigo vulgar es el resultado del ataque por las células del sistema inmune de una proteína –la ‘desmogleína 3’– que generalmente se adhiere a las células de la piel. Por ello, los autores del nuevo estudio diseñaron un CAR con capacidad de unión específica a los linfocitos B que producen los anticuerpos frente a la desmogleína 3. O más exactamente, diseñaron un ‘receptor de autoanticuerpo quimérico’ (CAAR) con capacidad de unión a los linfocitos B que atacan a la desmogleína 3, lo que facilitaría su detección y destrucción por los linfocitos T genéticamente modificados para expresar estos CAAR.
Lógicamente, el diseño de este CAAR tan específico no resulta sencillo. De hecho, los autores tuvieron que repetir el experimento con muchos modelos de CAAR hasta dar con el adecuado. Y una vez logrado, consiguieron destruir los linfocitos B productores de anticuerpos frente a la desmogleína 3 en modelos animales –ratones– sin provocar ningún daño en el resto del sistema inmune.
En definitiva, parece que la estrategia funciona. Tal es así que los autores van a poner en marcha un segundo estudio con otro modelo animal –perros– y, de constatarse la eficacia del tratamiento, probarlo ya con seres humanos.
Pero el uso, cuando menos potencial, de los CAAR no acaba aquí. Los investigadores también están planeando utilizarlos en el tratamiento de otras enfermedades autoinmunes y en la prevención del rechazo en los trasplantes.
Como concluye Aimee Payne, «si somos capaces de identificar un marcador específico en el linfocito B que queremos destruir, entonces se supone que, en principio, nuestra estrategia funcionará».

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