La toma de decisiones es uno de los aspectos más trascendentales de la vida. Una tarea complicada cuyas consecuencias se deben afrontar con madurez y optimismo, pues no siempre resultan como deseamos.
A diario nos enfrentamos a una constante toma de decisiones, diversas alternativas se presentan ante nosotros obligándonos a optar por unas u otras, en la mayoría de las ocasiones sin garantizarnos una correcta elección.
Equivocarnos, o simplemente decantarnos por una de las opciones, nos deja con la incertidumbre de qué hubiera sucedido si hubiéramos escogido la opción excluida o experimentando la frustración del error cometido, en caso de fracasar en nuestra decisión. Por todo ello debemos estar preparados para afrontar las consecuencias de nuestras elecciones, dispuestos a asimilar cualquier resultado por nefasto que sea. Y ésta es una ardua tarea para la que debemos entrenarnos desde bien temprano, de ahí la importancia de trabajar la toma de decisiones en la infancia.
Podemos aprender a decidir, debemos ser libres para elegir y maduros/as para asumir los resultados de nuestras decisiones, y este aprendizaje se debe iniciar en la infancia.
Los padres deben preparar a los hijos para ser autónomos, enseñarles la libertad de decidir y fomentar en ellos la seguridad para afrontar las consecuencias de lo que elijan. Esta es una tarea que requiere esfuerzo, dedicación y constancia, pues a medida que los hijos y las hijas van creciendo también lo hacen sus responsabilidades y de la mano de éstas la necesidad de tomar decisiones.
ENSEÑANDO A NIÑOS Y NIÑAS TOMAR DECISIONES:
La toma de decisiones por lo general, requiere de experiencias previas que nos orienten sobre la opción más acertada. A menudo, recurrimos a soluciones de acontecimientos similares que o bien hemos vivido y experimentado en primera persona, o bien hemos presenciado en otros, para actuar en consecuencia. Tratamos de hacerlo de la mejor manera posible, escogiendo la alternativa que consideramos más apropiada, la que, en situaciones similares, nos ha sido eficaz en el pasado. Sin embargo, los niños y las niñas no cuentan con experiencias previas que les puedan llevar a decantarse por unas alternativas u otras. Se enfrentan a acontecimientos nuevos y requieren de una preparación anterior para poderlos abordar, de ahí la importancia de enseñarles la manera más correcta de decidir.
Tomar decisiones se convierte en una cuestión de actitud, en la medida en que posteriormente, debemos afrontar el resultado de ellas. De nuestra actitud dependerá no sólo lo que elijamos, sino la manera en que nos afecte el resultado.
Algunas recomendaciones para trabajar la toma de decisiones en niños y niñas son las siguientes:
- Conceder responsabilidades: es importante establecer en el hogar un reparto de responsabilidades en las tareas a realizar. Como hemos mencionado en alguna ocasión, la responsabilidad de éstas debe ir en función de la edad de los miembros de la familia. El reparto de responsabilidades es de vital importancia en la toma de decisiones pues cuando se asume una responsabilidad, derivada de ella surgen problemas a resolver, y de esta manera se da un aprendizaje enfocado al abordaje y resolución de problemas.
- Trabajar la elección de alternativas y establecer prioridades: cuando el niño o la niña se encuentre en una situación en la que tenga que decidir entre varias opciones, debemos animarle a que contemple la elección como un reto al que debe prestar atención y tiempo. En este sentido deberá valorar cuáles son sus preferencias, qué elecciones pueden encajar con ellas y cuáles no; y en esta tarea, los padres deben contribuir proporcionándoles apoyo, consejo, opinión y sobre todo estando dispuestos a escuchar las preferencias del niño/a. Así, en función de los intereses de éste/a se le debe orientar sobre la mejor opción. Sin embargo es muy importante, que pese a proporcionarle opinión y consejo, sea él/ella quien finalmente decida qué hacer, pues sólo así, estaremos fomentando su autonomía e independencia.
- Evitar la sobreprotección: en ocasiones, y sobre todo ante decisiones que pueden ser complicadas, los padres tienden a sobreproteger a sus hijos e hijas, lo que muchas veces les lleva a decidir por ellos/as. Este hecho puede llevar al niño y la niña a no equivocarse, pero también le privará del aprendizaje que implica el error (en caso de darse de haber decidido él/ella).
- Valorar el error: cuando ante una determinada decisión, el niño o la niña falle en su elección, no se le deben hacer reproches ni castigar por ello. Debemos tener siempre presente el valor educativo de los errores, pues éstos implican no sólo aprendizajes nuevos, sino que suponen experiencias previas útiles, que más adelante, podrán tener presentes ante situaciones similares. Por eso, ante un error se debe analizar con él/ella lo sucedido, comprobar dónde está la raíz de éste y asimilarlo para acontecimientos futuros.
Teniendo en cuenta todo lo anterior y sobre todo aprovechando cualquier situación para ponerlo en práctica, niños y niñas pueden aprender a tomar decisiones y a afrontar las consecuencias de las mismas.
Poder decidir no sólo es de vital importancia para el desarrollo de su seguridad y autonomía, sino que además contribuirá a aumentar y reforzar su autoestima y confianza en sí mismo/a.
Mariela Clemente Martos. Psicóloga
@marielaclema
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