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RESUMEN
La colitis ulcerosa (CU) es una enfermedad inflamatoria intestinal remitente y recidivante que se limita al colon, caracterizada por sangrado rectal, diarrea, urgencia fecal y dolor abdominal.
Su prevalencia en Europa y en Estados unidos es de 1/400-1/200. No es una enfermedad rara.
La aparición de la enfermedad se observa más frecuentemente a los 20-35 años, pero puede darse a cualquier edad. Entre el 10-15% de los pacientes son diagnosticados en la infancia o adolescencia y más del 40% son diagnosticados después de los 40 años. Los síntomas iniciales incluyen diarrea con sangre, moco, dolor abdominal y tenesmo rectal. Su gravedad varía y está clasificada como leve (<4 deposiciones diarias, sin signos de toxicidad), moderada (>4 deposiciones diarias con mínimos signos de toxicidad), grave (>6 deposiciones con sangre diarias con evidencia de toxicidad) o fulminante (>10 deposiciones con sangre diarias, con toxicidad, dolor abdominal y dilatación). Los signos de toxicidad incluyen fiebre, taquicardia, anemia y velocidad de sedimentación globular elevada. La CU afecta generalmente al recto y luego se extiende proximalmente a través del colon en diversos grados. Los pacientes con CU fulminante tienen riesgo por dilatación tóxica, hemorragia, perforación y muerte, si no son tratados. Las complicaciones extra-intestinales a menudo asociadas con la CU pueden ser oculares (epiescleritis, escleritis y uveítis), dermatológicas (eritema nodoso, pioderma gangrenoso), hepáticas (colangitis esclerosante primaria (CEP)) y psicológicas (ansiedad y depresión). La sacroileítis y la espondilitis anquilosante se asocian frecuentemente a la CU. Los pacientes con CU normalmente tienen brotes recurrentes y luego periodos de remisión que duran meses o años.
Su etiología exacta es desconocida pero se cree que implica una combinación de factores genéticos, inmunológicos y ambientales. Se han asociado muchos genes con la susceptibilidad a la CU tales como IL23R y MUC3A, genes implicados en la función de barrera mucosa. Hasta el presente, se han identificado 100 loci de susceptibilidad a la CU específicos, pero este número aumenta con rapidez.
Se analiza primero la muestra de una deposición y se realiza un análisis de sangre para medir los niveles de glóbulos blancos y plaquetas, proteína C reactiva, velocidad de sedimentación de eritrocitos y hemoglobina. Es necesaria una colonoscopia para el diagnóstico ya que permite la visualización del colon e identifica los cambios de la mucosa característicos de la CU (pérdida del patrón vascular típico, granularidad, friabilidad, y ulceraciones). Una biopsia es útil para distinguir la CU de otras enfermedades inflamatorias intestinales.
Debe excluirse la enfermedad de Crohn, junto con la enfermedad de Behçet, la sarcoidosis, el linfoma e infecciones parasitarias, bacterianas o virales.
Los tratamientos disponibles dependen de la extensión de la inflamación en el colon. La colitis distal de leve a moderada se trata normalmente con aminosalicilatos orales, mesalamina tópica o corticosteroides tópicos. Si estos tratamientos no dan resultados, puede tomarse prednisona oral, infliximab (intravenosa) o tiopurinas. En muchos casos de colitis distal, los enemas de mesalamina son efectivos en el mantenimiento de la remisión. Los tratamientos tópicos no son una opción en la colitis extensa de leve a moderada y normalmente se prescribe primero un aminosalicilato oral. Una colectomía (ya sea con ileostomía de Brooke o anastomosis ileoanal) es una opción viable para pacientes con CU grave resistente a otras formas de tratamiento pero puede dar lugar a complicaciones como ''pouchitis'', cufitis o EC de la bolsa ileoanal. Una nutrición apropiada y el manejo del estrés emocional son esenciales. Se recomienda una colonoscopia anual o bianual con biopsia debido a un aumento del riesgo de cáncer de colon en pacientes con CU.
A menos que se realice una colectomía, el curso de la enfermedad tiene recaídas y remisiones.
Su prevalencia en Europa y en Estados unidos es de 1/400-1/200. No es una enfermedad rara.
La aparición de la enfermedad se observa más frecuentemente a los 20-35 años, pero puede darse a cualquier edad. Entre el 10-15% de los pacientes son diagnosticados en la infancia o adolescencia y más del 40% son diagnosticados después de los 40 años. Los síntomas iniciales incluyen diarrea con sangre, moco, dolor abdominal y tenesmo rectal. Su gravedad varía y está clasificada como leve (<4 deposiciones diarias, sin signos de toxicidad), moderada (>4 deposiciones diarias con mínimos signos de toxicidad), grave (>6 deposiciones con sangre diarias con evidencia de toxicidad) o fulminante (>10 deposiciones con sangre diarias, con toxicidad, dolor abdominal y dilatación). Los signos de toxicidad incluyen fiebre, taquicardia, anemia y velocidad de sedimentación globular elevada. La CU afecta generalmente al recto y luego se extiende proximalmente a través del colon en diversos grados. Los pacientes con CU fulminante tienen riesgo por dilatación tóxica, hemorragia, perforación y muerte, si no son tratados. Las complicaciones extra-intestinales a menudo asociadas con la CU pueden ser oculares (epiescleritis, escleritis y uveítis), dermatológicas (eritema nodoso, pioderma gangrenoso), hepáticas (colangitis esclerosante primaria (CEP)) y psicológicas (ansiedad y depresión). La sacroileítis y la espondilitis anquilosante se asocian frecuentemente a la CU. Los pacientes con CU normalmente tienen brotes recurrentes y luego periodos de remisión que duran meses o años.
Su etiología exacta es desconocida pero se cree que implica una combinación de factores genéticos, inmunológicos y ambientales. Se han asociado muchos genes con la susceptibilidad a la CU tales como IL23R y MUC3A, genes implicados en la función de barrera mucosa. Hasta el presente, se han identificado 100 loci de susceptibilidad a la CU específicos, pero este número aumenta con rapidez.
Se analiza primero la muestra de una deposición y se realiza un análisis de sangre para medir los niveles de glóbulos blancos y plaquetas, proteína C reactiva, velocidad de sedimentación de eritrocitos y hemoglobina. Es necesaria una colonoscopia para el diagnóstico ya que permite la visualización del colon e identifica los cambios de la mucosa característicos de la CU (pérdida del patrón vascular típico, granularidad, friabilidad, y ulceraciones). Una biopsia es útil para distinguir la CU de otras enfermedades inflamatorias intestinales.
Debe excluirse la enfermedad de Crohn, junto con la enfermedad de Behçet, la sarcoidosis, el linfoma e infecciones parasitarias, bacterianas o virales.
Los tratamientos disponibles dependen de la extensión de la inflamación en el colon. La colitis distal de leve a moderada se trata normalmente con aminosalicilatos orales, mesalamina tópica o corticosteroides tópicos. Si estos tratamientos no dan resultados, puede tomarse prednisona oral, infliximab (intravenosa) o tiopurinas. En muchos casos de colitis distal, los enemas de mesalamina son efectivos en el mantenimiento de la remisión. Los tratamientos tópicos no son una opción en la colitis extensa de leve a moderada y normalmente se prescribe primero un aminosalicilato oral. Una colectomía (ya sea con ileostomía de Brooke o anastomosis ileoanal) es una opción viable para pacientes con CU grave resistente a otras formas de tratamiento pero puede dar lugar a complicaciones como ''pouchitis'', cufitis o EC de la bolsa ileoanal. Una nutrición apropiada y el manejo del estrés emocional son esenciales. Se recomienda una colonoscopia anual o bianual con biopsia debido a un aumento del riesgo de cáncer de colon en pacientes con CU.
A menos que se realice una colectomía, el curso de la enfermedad tiene recaídas y remisiones.
Revisores expertos
- Pr Edward LOFTUS
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