Siendo una disfunción que puede afectar a un porcentaje de la población bastante elevado, el síndrome de colon irritable (SII) carece de un origen conocido, con lo cual no se dispone de un diagnóstico y un tratamiento específicos. Hasta ahora, se sabe que pueden ser diversos los factores que inciden en la mucosa intestinal -la barrera superficial del intestino-: estrés, ingesta de algunos fármacos, infecciones, alcohol... Todos ellos debilitan la permeabilidad de la mucosa y permiten el paso de sustancias o moléculas que podrían alterar el funcionamiento del aparato digestivo. Éste es el caso de los linfocitos y mastocitos que se han encontrado en pacientes con SII y que, parece ser, alteran la configuración genética y proteica de la mucosa. Ahora bien, el siguiente artículo destaca también el papel de unos mediadores moleculares que, directamente, alteran la función de la barrera intestinal. Profundizar en todos estos caminos de investigación puede ser el inicio de una estrategia terapéutica más eficaz que mejore la calidad de vida de los afectados.
Referencias
Impaired intestinal molecular tightness in the mucosa of irritable bowel syndrome: what are the mediators? Vicario, M; Alonso, C; Santos, J. Gut 2009;58:161-162.
El colon irritable o síndrome del intestino irritable (SII) es un trastorno funcional que puede llegar a afectar hasta el 25% de la población adulta. A pesar de ser de ello su diagnóstico se basa en unos criterios clínicos amplios y en la exclusión de otras enfermedades ya que no existen marcadores diagnósticos específicos. Tampoco se dispone de tratamientos consistentemente eficaces, por lo que a menudo estos pacientes experimentan un deterioro notable en su calidad de vida que condiciona un gasto sanitario creciente.
El origen del SII es desconocido y probablemente es el resultado de varios factores. Entre ellos, el papel del estrés psicológico crónico y de las infecciones es cada día más reconocido, como se desprende de estudios recientes. Una posible explicación para entender el papel determinante de estos factores puede residir en las alteraciones que, junto a factores como la dieta, el uso de fármacos o el alcohol, provocan en la barrera superficial del intestino.
La extensa superficie intestinal está recubierta por una barrera física, la mucosa, formada mayoritariamente por una monocapa de células epiteliales. Estas células están unidas entre sí de forma que el espacio entre ellas permanece sellado mediante estructuras complejas conocidas como uniones estrechas, uniones adherentes y desmosomas. Este sello celular controla e impide el paso o permeabilidad de sustancias y moléculas nocivas desde la luz del intestino hacia el interior, donde su contacto con el sistema local de defensa, el más numeroso y complejo del organismo, podría iniciar respuestas inadecuadas y contribuir al mal funcionamiento del aparato digestivo, característica principal de enfermedades tan frecuentes como el SII. Sin embargo los mecanismos últimos que mantienen la integridad funcional de la barrera no se conocen en su totalidad.
El sello celular que conforma la mucosa controla e impide el paso o permeabilidad de sustancias y moléculas nocivas desde la luz del intestino hacia el interior.
Estudios recientes han demostrado que la mucosa intestinal de pacientes con SII a menudo está infiltrada por células inflamatorias activadas (linfocitos y mastocitos), dotadas de un enorme potencial inmunológico para la defensa del organismo, pero que en ausencia de mecanismos reguladores apropiados puede también conducir a una disfunción del sistema digestivo, como ocurre en la enfermedad celíaca o en la alergia alimentaria. En el intestino de algunos pacientes con SII, estos cambios se asocian a una mayor tasa de activación de genes proinflamatorios y de alteraciones en genes y proteínas claves en el mantenimiento de la integridad y permeabilidad de la barrera intestinal, cambios que en caso de ser confirmados en nuevos estudios, podrían ser de enorme relevancia para entender la aparición del dolor abdominal y las alteraciones en el ritmo y/o consistencia de las deposiciones típicas del SII.
Finalmente, se conocen numerosas moléculas capaces de alterar la función de barrera intestinal, como hormonas, neurotransmisores, toxinas, prostaglandinas, proteasas, neuropéptidos, y algunos nutrientes. En el intestino su origen es muy diverso, desde células epiteliales, endocrinas, inmunológicas, y neuronas, hasta bacterias de la flora comensal o patógenas. Aunque se desconoce su papel específico en la generación de los cambios moleculares y genéticos antes mencionados, estudios emergentes se plantean esclarecer el papel de estos mediadores. Estas aportaciones presumiblemente facilitarán el diseño de estrategias terapéuticas específicas e innovadoras en la prevención y control clínico efectivo del SII y de otros trastornos gastrointestinales afines.
Maria Vicario, Carmen Alonso, Javier Santos (Departament de Gastroenterologia de l'Hospital Universitari Vall d'Hebron)
Departamento de Medicina
Universitat Autònoma de Barcelona
https://www.uab.cat/web?cid=1096481466568&pagename=UABDivulga%2FPage%2FTemplatePageDetallArticleInvestigar¶m1=1236065626529
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