Científicos de la Universidad belga de Leuven han logrado demostrar por primera vez en humanos cómo la microbiota intestinal está implicada en la salud mental, algo que hasta el momento se sospechaba y que solo se había logrado probar en animales. En un estudio que publican en Nature Microbiology, los investigadores consiguen identificar dos bacterias que son clave en la depresión y, en general, en la calidad de la salud mental. Este hallazgo abre la puerta a diseñar, en un futuro, nuevos tratamientos que tengan como diana estas dos comunidades de bacterias.
Asimismo, también han comprobado cómo algunos de los miles de millones de microorganismos que conforman la microbiota intestinal son capaces de producir compuestos neuroactivos.
Desde hace poco más de una década los científicos estudian el complejo intercambio de mensajes, tanto químicos como eléctricos,entre el cerebro y el intestino a través, sobre todo del nervio vago, que se extiende desde la base del cerebro hasta el abdomen. En 2011 se publicaron los primeros resultados que demostraban cómo la microbiota influía en el comportamiento; científicos de la Universidad de Cork, en Irlanda, de la McMaster, en Canadá, y del Instituto Karolinska, en Suecia, realizaron tres experimentos en los que lograban modificar el comportamiento de ratones tan solo alterando la composición de su microbiota intestinal.
Es más, recientemente, uno de esos equipos de investigadores, el de Premysl Bercik, de la Universidad McMaster, uno de los pioneros en el estudio del eje cerebro-intestino, en un estudio en Nature Comunications demostraba en ratones cómo las bacterias intestinales desempeñaban un papel crucial para producir ansiedad y depresión.
Ahora los investigadores flamencos han logrado demostrar eso mismo pero en humanos, que cuentan con una microbiota intestinal, formada por una comunidad de miles de millones de organismos, mucho más rica, variada y compleja que la de los roedores. Para ello, han cruzado datos acerca de la composición microbiana intestinal y de diagnósticos médicos de depresión de 1054 individuos de la cohorte del Proyecto flamenco de microbiota intestinal. De esta forma lograron identificar que las bacterias Coprococcus y Dialisterestán en cantidades ínfimas en la microbiota intestinal de las personas que sufren depresión, independientemente de que tomen tratamiento, en comparación con personas sin la enfermedad.
Un estudio de 2015 ya demostró en ratones el papel crucial que desempeñan las bacterias para producir ansiedad y depresión.
A continuación, validaron esos resultados en otra cohorte de más de 1000 personas clínicamente deprimidas, del Hospital Universitario de Leuven.
“La relación entre el metabolismo de la microbiota intestinal y la salud mental es un tema controvertido en ciencia”, apunta en un comunicado Jeroen Raes, coautor del trabajo e investigador del Centro de microbiología de la Universidad de Leuven. Para este científico, a pesar de los interesantes resultados de estudios previos en animales que han arrojado luz a la relación entre metabolitos -o productos de desecho que generan las bacterias después de digerir los alimentos- y comportamiento y sentimientos, la investigación en humanos, a su juicio, se ha quedado completamente rezagada.
“En nuestro estudio hemos logrado identificar diversos grupos de bacterias que varían en función de si la persona tiene o no depresión y también de la calidad de su salud mental”, añade.
Casi 9 de cada 10 personas que padecen síndrome de intestino inflamado, colitis ulcerosa o Crohn suelen sufrir con mayor frecuencia que personas sin estas enfermedades intestinales depresión, ansiedad y otros trastornos psicológicos.
De hecho, en trabajos previos este mismo grupos de investigadores ya habían establecido qué enterotipos, esto es qué composición -en variedad y cantidad- de la microbiota intestinal, se asociaban a personas con síndrome de Crohn, una enfermedad inflamatoria autoinmune que afecta al tracto intestinal. Y en este nuevo estudio han visto que la composición microbiana de las personas con depresión o una salud mental pobre era similar a la que aquellos con Crohn.
Asimismo, los investigadores han creado un catálogo de microbios intestinales en función de su capacidad de producir o degradar moléculas que pueden potencialmente interactuar con el sistema nervioso. Para ello han empleado una técnica computacional para estudiar el genoma de 500 bacterias aisladas del tracto intestinal de personas con depresión. Han obtenido información acerca de la capacidad de producir compuestos neuroactivos.
“No solo hemos podido identificar las distintas bacterias que podrían desempeñar un papel clave en las enfermedades mentales sino también los mecanismos involucrados potencialmente en esa interacción con el huésped”, señala en un comunicado Mireia Valles-Colomer, coautora del trabajo. “Por ejemplo, hemos visto que la capacidad de los microorganismos de producir DOPAC, un tipo de metabolito del neutrotransmisor dopamina, se asociaba con una mejor calidad mental”, resalta.
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