
"Estoy cansada de vivir". Ese fue el último
mensaje que escribió la chica que se suicidó en Madrid, tras sufrir
acoso escolar en el instituto. Era una menor con una discapacidad motora
e intelectual, y por lo tanto, sería recomendable que se abriera un
debate reflexivo sobre los mecanismos de actuación y capacidad que tiene
la Administración a la hora de afrontar estas actitudes, principalmente
en colectivos vulnerables. Creo que existe un déficit que no sólo
podemos constatar en este tipo de acoso, sino que se traslada a otros
delitos, como puede ser la violencia de género, cuando la víctima tiene
una diversidad funcional severa, que se manifiesta de forma visible y
que puede conllevarle problemas a la hora de expresarse o sobre su grado
de credibilidad.
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