Más de 300.000 personas padecen enfermedad inflamatoria intestinal (EII) en España y cada año se diagnostican más de 4.000 nuevos casos. Sin embargo, todavía no existe una cura para esta enfermedad. Además de esta, existen muchas incógnitas para la ciencia. De hecho, aún se sigue investigando sobre la influencia de los factores de riesgo y de los eventos que ocurren durante las fases iniciales de la enfermedad. Es decir, la ciencia estudia qué alteraciones hay a nivel genético, inmunológico y de otros ambientales; así como la interacción entre ellos y el proceso que sigan hasta desembocar en un proceso inflamatorio a nivel digestivo.
Ante este reto, los investigadores han comenzado a abrir la puerta al desarrollo de modelos predictivos para poder determinar el riesgo de llegar a presentar un proceso como la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa. Sobre esta cuestión centra sus esfuerzos el equipo liderado por el Dr. Jean-Fréderic Colombel, director de la Unidad de Enfermedad Inflamatoria Intestinal del Hospital Mount Sinai de Nueva York. En concreto, sus investigaciones pretenden conocer si hay eventos a lo largo de la vida (incluyendo desde la exposición intraútero a los primeros años de la vida) o factores ambientales que permitan identificar a las personas están a mayor riesgo de desarrollar EII.
La microbiota intestinal de bebés con progenitores con EII, a estudio
El doctor Jean-Fréderic Colombel ha participado en la 32ª Reunión Anual del Grupo Español de Trabajo en Enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa (GETECCU). Durante su ponencia ha mostrado los resultados del estudio MECONIUM, el cual se centra en analizar si los hijos de las pacientes con EII tienen una microbiota intestinal alterada o unos marcadores inflamatorios más elevados durante los primeros años de vida, así como si existe alguna exposición a determinados agentes ambientales que puedan favorecer estas inflamaciones.
“Sabemos, desde hace mucho tiempo, que hay personas que corren un riesgo más elevado de padecer enfermedad inflamatoria intestinal”, ha comentado el Dr. Colombel. “Se han realizado varios estudios desde diferentes disciplinas ‘ómicas’ cuyos datos sugieren que la EII puede detectarse incluso años antes del diagnóstico. El próximo reto es hacer una interpretación global de todos estos resultados para poder aconsejar a estas personas con mayor riesgo cómo reducirlo”, ha indicado.
Además, se podrán plantear estrategias de prevención y aconsejar ciertas medidas, como por ejemplo, cambios en la dieta o vigilancia más estrecha. “Las estrategias de prevención pueden ofrecer la oportunidad de modificar realmente el curso y los resultados de la enfermedad, y tal vez conducir a su curación”, ha indicado el doctor del Hospital Mount Sinai.
Investigación en EII en España
Durante la 32ª Reunión Anual de GETECCU, cita considerada como el mayor encuentro sobre investigación en EII de España, expertos nacionales e internacionales han compartido reflexiones y experiencias sobre estudios y programas puestos en marcha desde GETECCU para mejorar la vida del paciente con EII. Es el caso del estudio EARLY, que analizará casos de EII preclínica; o el proyecto VaCOVEii, que medirá la eficacia de las vacunas contra la COVID-19 en estos pacientes.
También se ha conocido la situación actual del Registro ENEIDA, un ambicioso proyecto que constituye la base de datos nacional de EII. Actualmente, es la mayor base de datos mundial de pacientes de estas patologías, con más 73.000 registros. Los casi 750 asistentes (357 presenciales y 390 online) a la Reunión Anual también han analizado la evolución del programa CUE, el mayor programa de certificación de unidades de EII a nivel nacional del que se tiene constancia hasta la fecha en todo el mundo. CUE ha definido nuevos indicadores y ha actualizado la norma que acredita a las unidades de enfermedad inflamatoria intestinal.
Avances en el tratamiento de la EII: nuevos mecanismos de acción
Los investigadores reunidos por GETECCU han compartido resultados preliminares de nuevos mecanismos de acción para el tratamiento de la EII. “Nos estamos acercando a una revolución terapéutica para los pacientes con EII”, ha asegurado la Dra. Elena Ricart, consultora del Servicio de Gastroenterología del Hospital Clínic de Barcelona. Y continúa: “Ya disponemos de moléculas potentes y con buen perfil de seguridad, pero la previsión es que dispongamos de más fármacos con mecanismos de acción relativamente selectivos para esta patología tan compleja. Y es que, aproximadamente, un 30% de pacientes no responde a los fármacos que tenemos actualmente”. Es el caso de los inhibidores de la esfingosina o los anti‐integrina, que bloquean la llegada de los leucocitos al tejido inflamado.
Por su parte, el Dr. David Laharie, responsable de la Unidad de EII del Servicio de Hepato-Gastroenterología y Oncología Digestiva del Hospital Universitario de Burdeos, ha valorado la efectividad de los fármacos biológicos interleucina‐23. “Se ha demostrado que son eficaces en pacientes refractarios a varias líneas de tratamientos. Ofrecerán nuevas opciones de tratamiento incluso en pacientes que necesitan alternativas para controlar la enfermedad”, ha comentado el profesor.
La evolución y las opciones de tratamiento con los anti-JAK ha corrido a cargo del Dr. Alessandro Armuzzi, director de la Unidad de EII de la Fondazione Policlinico Gemelli. Estos fármacos, aparecidos recientemente para el tratamiento de la colitis ulcerosa, han supuesto un cambio de paradigma debido a su efectividad, rapidez y vía de administración oral. “Tendremos fármacos cada vez más selectivos de esta familia, lo que significa poder adaptar más las terapias a cada paciente”, ha indicado el Dr. Armuzzi.
Revisión del conocimiento actual de la fisiopatología de la EII
El conocimiento actual sobre la fisiopatología de la enfermedad desde el punto de vista inmunológico también está suponiendo grandes avances en el tratamiento de la EII. De modo general, sabemos que en los pacientes de EII existen niveles alterados de citocinas en relación con la población normal. Asociado a esto, hay un desajuste en la composición normal de la microbiota intestinal, que contribuye a perpetuar la enfermedad.
“Sabemos que, si conseguimos reducir o bloquear la actividad de las citocinas y las quimiocinas, podremos interferir en el sistema progresivo que cada vez está más alterado y conseguiríamos reducir la respuesta inflamatoria. De hecho, si seguimos profundizando en este campo de señalización del sistema inmunitario, vamos a ser capaces de mejorar mucho la selectividad de los tratamientos que utilicemos frente a rutas específicas activadas dentro del sistema inmunitario de cada paciente”, comenta el Dr. Rubén Francés, investigador del CIBEREHD y del Instituto de Investigación Sanitaria y Biomédica de Alicante.
Por su parte, la Dra. Natalia Borruel, médico adjunto en el Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Universitario Vall d’Hebron, explica: “Sabemos que los tratamientos de la EII funcionan mejorando la microbiota, pero lo que interesaría sería modificar la microbiota para modificar la evolución de la enfermedad. En este sentido, tenemos varias aproximaciones para el mantenimiento de la remisión, como los probióticos, los prebióticos o el trasplante de microbiota; pero todavía no es un tratamiento que esté establecido en el momento agudo”.